martes, 31 de julio de 2007

Reforma fiscal o Multas

Mientras que el “presidente” FECAL negocia con la cámara de diputados su reforma fiscal, y los empresarios, que se decían sus aliados le dan la espalda, mostrando así que ellos no tienen partido mas que el dinero, y bajo el poco creíble argumento que si no se les grava con impuestos crearan empleos; el dizque carnal Marcelo hace las cosas más fáciles en lo que a recaudación de dinero de los ciudadanos para su gobierno se refiere, matando así dos pájaros de un tiro.

El primero, y con el cual abandera su causa de el nuevo reglamento de tránsito para la ciudad en movimiento, se refiere a crear una nueva cultura de vialidad entre los ciudadanos; intentando que se respeten los límites de velocidad, no hablar por teléfono celular mientras se conduce, no estacionarse en doble fila, y otras infracciones que hace no menos de 15 días se resolvían con la clásica mordida, ahora son gravados con multas de un importe que va de los 5 a los 20 salarios mínimos, esto es de los $243.35 a los $973.40. Con lo cual se pretende disminuir la cantidad de accidentes automovilísticos. Pero considero, y aquí llega el otro pájaro muerto, que esta iniciativa no es más que una recaudación de dinero disfrazada, porque ya para el lunes 23 de julio, sólo tres días después de que se echó a andar el nuevo reglamento de tránsito, los medios de comunicación reportaban un aproximado de cinco mil multas, que si se calcula que en promedio se pagará unos $500 por multa tenemos una cantidad recaudada de $2,500,000, con los cuales financiar muchos de los nuevos programas del Gobierno del Distrito Federal, por ejemplo los resultados de la consulta verde.
Por eso también el afán de evitar las mordidas, claro que se puede disfrazar de combate a la corrupción, pero si el GDF deja que las multas se vayan en leves mordidas, su mordida será menor, así dice que lucha por una nueva cultura de vialidad y tránsito, al mismo tiempo que en contra de la corrupción, mientras bajo ese discurso obtienen cuantiosas cantidades de dinero. Sumado a esto es de considerarse el temor psicológico que crea el nuevo reglamente en los capitalinos, pues claro que no confiamos en los policías, y salimos obedeciendo a las calles no por la razón, sino por el temor, pues ya sabemos desde tiempo atrás que el monopolio de la violencia está en las manos del Estado, y se pensaba en la violencia física, aquella que decían era necesaria para mantener el orden, ahora sabemos que la violencia es también psicológica y hasta económica.
Así sin muchas complicaciones y jalando parejo, Ebrard obtendrán una cantidad considerable de recursos adicionales para su gobierno anualmente, disfrazando su nuevo reglamento de tránsito bajo una nueva cultura de vialidad y recordándonos que el monopolio de la violencia, en este caso psicológica, es del Estado.