sábado, 30 de abril de 2011

Desarrollo latinoamericano

De la carta abierta de la Agencia de Noticias Nueva Colombia dirigida a Hugo Chávez, citando a un trabajador venezolano: "ningún aumento de salario nos hará olvidar que hoy duermes en las mazmorras del régimen fascista colombiano por la ceguera de la derecha endógena de nuestro gobierno".

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En últimas fechas, parece que los gobiernos de derecha y neoliberales van desapareciendo de Latinoamérica. Por el contrario, países como Brasil o Argentina son señalados como paradigmas de la recuperación y el desarrollo. El ritmo de crecimiento de la industria, del PIB, de la distribución de la renta, de la ocupación, son signos de esa nueva cara del desarrollo del capitalismo.


De lo anterior se desprende que, por un lado, desde los sectores del poder se ha vuelto necesaria la intervención del Estado, más precisamente del gobierno, en la disputa y repartición de los mercados y las ganancias; en contraposición al neoliberalismo que propugnaba la autoregulación de los mercados.


Por otra parte, desde un gran sector de la izquierda se celebran esos logros. Se celebra que los gobiernos han conseguido favorecer a las burguesías locales, fortalecer la economía local y generar programas de asistencia social que contengan el descontento popular.


Que contengan. Es decir, ya no se cuestiona la naturaleza explotadora del capitalismo sino que se asume que los gobiernos progresistas pueden instrumentalizar políticas económicas conciliadoras para ricos y pobres. Lo que equivale a decir que no importa que mañana vuelvan los gobiernos conservadores y echen abajo las reformas sociales, sino que lo esencial es que poco a poco se consigue contener la pobreza.


De esta manera, probablemente el avance histórico con respecto a la época neoliberal podría cifrarse de tres maneras. Por una parte, que los gobiernos socialdemócratas defrauden claramente a los sectores más golpeados de la sociedad y estos, a su vez, impulsen un cambio más profundo. Por otra parte, que defrauden pero que eso sólo traiga de vuelta a los gobiernos conservadores, como ha ocurrido especialmente en Europa. Y, por último, que sea que defrauden o no, debido a la relativa permisividad de la organización y la protesta social, se oblige a los gobiernos a profundizar las reformas o incluso que los movimientos populares se establezcan en el poder.


Así pues, ante las evidencias de la precarización del trabajo (subcontratación, ninguna protección legal ni derechos sindicales), de los grandes beneficios a los terratenientes, a los industriales nacionales, a los altos funcionarios; ante las evidencias del corporativismo en los sindicatos, de la creación de redes clientelares partidistas, de la manipulación de las estadísticas sobre la pobreza, podemos constatar que el análisis sobre los cambios sociales en Latinoamérica está errado.


Si dejamos a un lado la idea de una sociedad justa, donde el Estado no sea el instrumento de los ricos para procesar y perpetuar la contradicción social, si dejamos a un lado que la transformación social sólo puede llevarse a cabo con los sectores populares movilizados y radicalizados, sólo así podríamos aceptar que los gobiernos que asisten a los pobres, pero que no cambian la dinámica que los genera y los mantiene pobres, están en lo correcto.


En cambio, si en contraposición asumimos que no puede existir un capitalismo bueno, porque la existencia del capitalismo sólo es posible a través de la explotación, del robo y la depredación, no podemos aceptar los engaños de esos gobiernos socialdemócratas. Tampoco podríamos asumir que la transformación radical de la sociedad puede darse sólo en los términos que impone la legalidad electoral burguesa, o con un candidato de buenas intenciones y oscuros intereses. Mucho menos podemos aceptar la lógica del mal menor.


Aceptar la lógica del mal menor implica no aceptar tampoco que lo que ocurre en Venezuela está en camino de convertirse en otra gran desgracia de la historia contemporánea. Un proyecto socialista que deviene poco a poco en un Estado autoritario que impone el capitalismo desde el Estado, y que se sostiene no con la profundización del poder popular sino con la figura de un caudillo más cristiano que marxista.


La extradición de Joaquín Pérez (periodista, militante y antiguo concejal por parte de la Unión Patriótica, movimiento político colombiano surgido a raíz de los acuerdos de paz de los años 84-85) a Colombia, así como la de Carlos Tirado y Carlos Pérez (supuestos integrantes del Ejército de Liberación Nacional colombiano) en fechas anteriores, es un quiebre en la política exterior venezolana, que se escuda en el respeto a las leyes internacionales y disfrazó el acontecimiento con la transmisión del discurso de Chávez anunciando un aumento salarial a los trabajadores de la administración pública.


El alegato no es para que caiga Chávez, ni en apoyo a alguna conspiración de la CIA, sino para que los movimientos populares de la revolución bolivariana no claudiquen en sus luchas libertarias y que preserven su espíritu crítico ante la ola de conformismo con que la ceguera reformista quiere ahogar el pensamiento revolucionario y la necesidad de la lucha hacia el socialismo. Es en apoyo también a la campaña que critica la decisión del gobierno venezolano por parte de medios como Radio del SUR, ALBA TV, Tribuna Popular, Pueblos en Lucha, Catia TV, abpnoticias y Aporrea.



lunes, 18 de abril de 2011

Trabajadores del agro en Sonora. Notas de campo

La jornada laboral comienza a las siete de la mañana y termina a las dos de la tarde cuando es horario corrido como es el caso de esta temporada, los trabajadores eventuales se desplazan de localidad en localidad siguiendo los tiempos del trabajo y las cosechas, por ello aunque no lo digan su vida y su trabajo es muy inestable. Cuando vienen los tiempos muertos es momento de preocuparse, pues si no se logró hacer algún ahorro hay que buscar de inmediato un nuevo trabajo, dos semanas sin trabajo es demasiado para ellos que cobran por semana, por lo regular en sábado. Terminando la jornada laboral, a las dos de la tarde van al comedor a satisfacer su hambre, después un baño y descanso para tomar las energía necesarias para el siguiente día. Los que vienen de las zonas aledañas o de estados del norte no tienen problemas ni con el clima ni con la alimentación, mientras aquellos jornaleros que vienen del sur los sufren de manera seria. La mayoría se enferman del estómago dice un grupo de chiapanecos, de los cuales apenas dos hablan español, los otros sólo su lengua materna, para ellos aquí hace mucho calor, hay mucho polvo y la comida es poca. Los del norte, sean del mismo Sonora o de estados aledaños como Chihuahua o Sinaloa llegan por lo mismo a supervisores y aunque ninguno de los grupos dice tener un contrato como tal, ambos reconocen que sí tienen seguro social pues se los descuentan junto con las aportaciones del sindicato. Es un contrato de palabra, por ello el día que ya no quieres trabajar sólo no te presentas y ya. Eso si no vives en las galeras, ya que estando allí trabajas, de lo contrario te sacan, no te permiten estar allí “de a oquis”
Los estados del sur que tienen mayor presencia en los campos son Chiapas, Oaxaca, Puebla, mientras que los del norte son Nayarit y Sinaloa, estos últimos están más acostumbrados al trabajo en el campo porque ya desde la niñez lo hacían o algunos de sus familiares lo hacían, también suele ser frecuente que conozcan Estados Unidos. Los del sur se enteran del trabajo porque alguien les dijo, porque allí en el centro del pueblo van a decir que hay trabajo en el norte, que es por temporadas y se gana bien. Estos dicen que vienen al norte para desengañarse, porque ni les gusta tanto, ni está tan bien pagado como suelen decir. Desde su localidad se les transporta de manera gratuita y esto el patrón lo considera ya una prestación y una inversión.
En el campo lo tienen todo suelen decir los patrones, mira se les da guardería para los niños, porque hay algunos que vienen con toda la familia, si vienen chingados o enfermos de algo aquí se les cura, porque hay una clínica no es necesario ir al centro de salud. Hay todas las normas de higiene y se les da de alta en el Seguro Social, la verdad no sé si lo ocupen, me dice un patrón, porque hay unos que nada más llega el día de descanso y se la llevan en puro chupar, otros son muy ahorrativos y hasta hacen hoyos en el suelo para enterrar allí su dinero. Es frecuente además que manden giros para su tierra.
Los del sur viven por lo regular en las galeras o albergues que el campo pone para los trabajadores, allí no pagan nada y pueden estar siempre y cuando estén trabajando, los del norte es común que tengan familiares en los poblados cercanos o que reten un cuarto en dichos asentamientos.
Para traer a los del sur sí existen contratos, pero suelen ser por un mes, salen con contrato de su tierra y les dura un mes o la temporada requerida, nunca más de tres meses, si cumplen con el tiempo establecido pueden regresar en el transporte que la empresa paga, sino lo hacen así regresan por su propia cuenta. Algunos dicen que trabajar por destajo es mejor que trabajar por contrato o día, ya que cuando se labora por día el precio de la jornada cuando más llega a los ciento cuarenta pesos, pudiendo ser variable y siempre en disminución entre más al norte se esté, aunque sea la misma compañía como ellos atestiguan. Si trabajas por destajo puedes sacar más, trabajas más tiempo pero sabes que te llevas algo más de dinero, pero eso sólo es en el releo y en la pisca. Suelen ser temporadas muy cortas, que van de una semana a un mes a lo sumo.
Los del norte como ya dije han tenido contacto con este tipo de trabajo quizá desde su infancia, los del sur, los más experimentados no cuentan ni una década, los casos que se pudieron observar apenas cinco años. Se les contrata para que lleguen a Ensenada, Baja California Norte y de allí vayan bajando en un recorrido de trabajo de similares condiciones. Hay quien está esperando que la temporada se termine para nunca más volver sobre todos los más jóvenes del sur, pero con sus diecinueve años a cuestas esta es una aseveración sólo por el momento.

miércoles, 13 de abril de 2011

Algunas ideas para los hombres sin imaginación

Es muy cierto que para enterarse de lo que pasa en el mundo político basta con ver los periódicos -no entraré aquí en una discusión que ha tratado ya en otras ocasiones sobre los medios de comunicación-.

La semana pasada casi la totalidad de las capitales de las entidades federativas en México salieron a marchar en repudio a la violencia que afecta al país, no fue como aquella marcha de ha cinco años atrás convocada por los medios de comunicación que comenzaron a sentir que los secuestros y las extorciones tocaban a la puerta de las clases medias y altas y por ello aceptaron que el país estaba sumamente afectado por el problema de la delincuencia organizada. No, esta marcha fue convocada por un periodista, por un civil que victima (in)directa de la violencia de esta nación que ya carga cuarenta mil muertos a cuestas decidió hacer un llamado a la clase gobernante y a la ciudadanía para que se movilice. El argumento fue “ya estamos hasta la madre”. En efecto ya estamos hasta la madre y no sólo de la violencia producto del narcotráfico sino de una serie de acosos y molestias constantes: la precarización del trabajo, la reducción del presupuesto a la educación pública, a la cultura, de los monopolios que se declaran en franca beligerancia por seguir ofertando los servicios más caros de la región en telecomunicaciones, de que no exista impartición de justicia, del vaciamiento de la política, convertida en basura publicitaria trianualmente. El Senado de la República inaugura un edificio inteligente (sic) para que los señores legisladores (sic) trabajen de manera más cómoda y hagan de su recinto de palabrería hueca un lugar confortable, con lujos y comodidades innecesarias. Por el otro lado las comunidades de variados puntos del país se defienden con lo que pueden del ataque de las multinacionales que intenta robarles sus recursos naturales, desplazándolos y afectándoles la vida cotidiana, destruyendo culturas, pasando por encima de cualquiera y cualquier cosa. Pemex abre contratos de riesgos, donde si el negocio resulta los beneficiarios son los empresarios, si no se haya petróleo el Estado mexicano asume las consecuencia, y por el Estado mexicano debe entenderse la sociedad que trabaja de manera formal y paga impuestos.

Como se dijo ya tiempo atrás el sistema capitalista socializa los costos y privatiza las ganancias.

Allí hay ideas para todos, para reflexionar acerca de ellas, pero en efecto nosotros conocemos y padecemos estas problemáticas y encontramos la forma de luchar contra ellas, de darles la vuelta y sufrirlas lo menos posible, porque así es la cultura de la resistencia, imaginativa.

Pero hay una persona en especial que carece de imagigación o como se ha dicho la tiene sólo para la violencia: Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, conocido en otros lares como Felipillo Santo hombre de poca imaginación y doble moral.

Valdría la pena darle algunas ideas a este hombre estresado por el ejercicio del poder. Pero como se ha dicho que la política es materia de conocedores y expertos (súpersic) las ideas no vendrían entonces de este modesto bloguero reventado, sino de otro “hombre de Estado” el ex presidente de Brasil quien para que los ecos de las recomendaciones no se escucharan desde el maligno y descarriado sur llegó hasta las costas de México a darle algunas ideas a Felipillo Santo.

Luis Ignacio Lula da Silva declaró ayer ante empresarios en el antes paradisiaco puerto de Acapulco –lugar de cañaverales en náhuatl- que: “la violencia en México es por falta de atención a los pobres” y quizá algo más profundo, igualmente sabido, no por aquellos carentes de imaginación, que la lucha contra la pobreza es cuestión de decisión política más que de cálculos económicos.

En efecto reconozco que la vía capitalista con rostro humano como la que se aplica en Brasil no es la salida definitiva a la catástrofe mundial pero ante el panorama de sacar a 28 millones de personas de la pobreza extrema y elevar a 36 millones a la clase media o llevar a cuarenta mil personas a la muerte y observar que “entre 2006 y 2008 la pobreza extrema se duplicó: del 2 al 4 por ciento de la población mexicana (personas que sobreviven con menos de 1.25 dólares diarios, algo así como 16 pesos al tipo de cambio actual), y de 4.8 a 8.2 por ciento entre aquellos que viven con menos de 2 dólares por día (alrededor de 26 pesos).” Hay una gran diferencia, no sólo de voluntad política sino de visión de país, de imaginación para gobernar y ver por la mayoría del país y no sólo por sus grupos de poder, y vaya si éstos son varios, entre monopolios, clase política y narcos estamos ya hasta la madre.

viernes, 8 de abril de 2011

El México de los caudillos

A principios del siglo antepasado a México se le catalogaba como nación de caudillos en un territorio tan basto y por lo general poco poblado en el norte, personajes con intensión política y premisa militar emprendían en regiones bastas su mandato. Los caudillos son del tiempo de la revolución, personas que lucharon por defender una zona que consideraban casi de propiedad personal. México para dejar de ser un país atrasado debió frenar estos liderazgos desde el centro y buscar una unidad política y nacional. Con el paso del tiempo esto pasó a ser centralismo, a que todas las decisiones pasaran por el conocimiento y mandatado del presidente. Sin embargo desde la nefasta guerra en contra del narcotráfico emprendida por el espurio presidente de México han surgido en el panorama nacional una serie de personajes –de los que se tiene conocimiento por medio de entrevistas- que han decidido enfrentar a los narcotraficantes desde su trinchera territorial, enfrentándolos casi con sus propios medios y bajo el mandato de sus propios móviles, sean estos de estricto orden militar como en el caso general brigadier Carlos Bibiano Villa Castillo o de orden político como en el del alcalde de García, Nuevo León Jaime Rodríguez Calderón.

Ambos dan un panorama muy personal de lo que significa la lucha contra el narcotráfico desde sus trincheras y del porqué hay que dar dicho enfrentamiento. La entrevista periodística en este sentido arroja una luz brillante sobre el pensamiento de estos y otros personajes que se muestran como caudillos modernos enfrascados en una batalla incierta pero en la cual se empeñan de manera personal para salvaguardar la integridad de la población civil que se encuentra entre fuegos cruzados.

Mi padre el ejército

El general brigadier Villa Castillo entró en la escena político mediática por sus declaraciones en entrevista para La Jornada, diario que tituló la entrevista realizada a este hijo del ejército como: Si agarro a un zeta lo mato; ¿para qué interrogarlo? La confusión y los criterios para la evaluación de esta declaración considero que se mueven en esferas distintas, pues mientras los autodenominados defensores de los derechos humanos en México pusieron el grito en el cielo por la mencionada declaración, no hacen nada por criticar al presidente de la república, quien es en última instancia responsable de toda actividad castrense en el país. Mientras el titular del ejecutivo llama a una guerra contra el narcotráfico y saca al ejército a las calles, los medios y los ya mencionados defensores de los derechos humanos se sorprendan al escuchar lo que es normal en la lógica de una guerra: hay que matar al enemigo. Bajo la racionalidad militar Villa Castillo no hace más que obedecer órdenes para eso –y para matar- ha sido entrenado. El ejército es su vida, su familia, lo es todo, por ello no se vendería al narco y por eso emprende la lucha con el fin último de ganarla, sin importar las balas, digo, bajas en el camino. Los civiles envueltos en otra lógica muy distinta pero no menos irracional se sorprenden y espantan al escuchar que si en efecto Villa Castillo ve un Zeta lo mata, los periodistas le preguntan por qué, a lo que él con franqueza contesta que ellos no tiran flores.

Dios ha sido muy generoso conmigo. Me ha permitido seguir aquí

Por su parte el Alcalde de García, Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón dice que los zetas lo quieren matar porque él no se hace pendejo, no va a quedarse en su casa, encerrado en cuatro paredes aunque ya pesan sobre su persona dos atentados, después de los cuales se muestra mucho más sensible y confiesa que antes en su vida había llorado si acaso cinco veces ahora han sido más de veinte en el último mes. No se queda en casa o en su oficina porque su trabajo es estar en la calle, cercano a sus representados, quienes por cierto oran por él y por su amenazada integridad।

Vive bajo constante amenaza y preocupado más que por su muerte por el porvenir de su esposa y de sus hijas. Sabe que la muerte lo persigue pues los Zetas lo tienen amenazado, se traslada en camioneta blindada y con una escolta de quince ex militares, a quienes dice querer como a sus hijos, no los ha dejado solos ni en enfrentamientos y aseguro haber dicho en el último atentado o nos vamos todos o nos quedamos todos.

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Ambos personajes despidieron a grandes contingentes policiacos cuando llegaron al cargo en la entidad, ambos pareciera que defienden la plaza con arrojo y entrega, cosa que no se hace desde el gobierno federal, el cual está coludido con el narcotráfico. Así el panorama en un futuro no muy lejano no debe sorprendernos que nuevos caudillos se repartan el territorio nacional, sean estos de origen militar, político, empresarial o como ya es práctica hoy día provenientes del narcotráfico.