Es muy cierto que para enterarse de lo que pasa en el mundo político basta con ver los periódicos -no entraré aquí en una discusión que ha tratado ya en otras ocasiones sobre los medios de comunicación-.
La semana pasada casi la totalidad de las capitales de las entidades federativas en México salieron a marchar en repudio a la violencia que afecta al país, no fue como aquella marcha de ha cinco años atrás convocada por los medios de comunicación que comenzaron a sentir que los secuestros y las extorciones tocaban a la puerta de las clases medias y altas y por ello aceptaron que el país estaba sumamente afectado por el problema de la delincuencia organizada. No, esta marcha fue convocada por un periodista, por un civil que victima (in)directa de la violencia de esta nación que ya carga cuarenta mil muertos a cuestas decidió hacer un llamado a la clase gobernante y a la ciudadanía para que se movilice. El argumento fue “ya estamos hasta la madre”. En efecto ya estamos hasta la madre y no sólo de la violencia producto del narcotráfico sino de una serie de acosos y molestias constantes: la precarización del trabajo, la reducción del presupuesto a la educación pública, a la cultura, de los monopolios que se declaran en franca beligerancia por seguir ofertando los servicios más caros de la región en telecomunicaciones, de que no exista impartición de justicia, del vaciamiento de la política, convertida en basura publicitaria trianualmente. El Senado de la República inaugura un edificio inteligente (sic) para que los señores legisladores (sic) trabajen de manera más cómoda y hagan de su recinto de palabrería hueca un lugar confortable, con lujos y comodidades innecesarias. Por el otro lado las comunidades de variados puntos del país se defienden con lo que pueden del ataque de las multinacionales que intenta robarles sus recursos naturales, desplazándolos y afectándoles la vida cotidiana, destruyendo culturas, pasando por encima de cualquiera y cualquier cosa. Pemex abre contratos de riesgos, donde si el negocio resulta los beneficiarios son los empresarios, si no se haya petróleo el Estado mexicano asume las consecuencia, y por el Estado mexicano debe entenderse la sociedad que trabaja de manera formal y paga impuestos.
Como se dijo ya tiempo atrás el sistema capitalista socializa los costos y privatiza las ganancias.
Allí hay ideas para todos, para reflexionar acerca de ellas, pero en efecto nosotros conocemos y padecemos estas problemáticas y encontramos la forma de luchar contra ellas, de darles la vuelta y sufrirlas lo menos posible, porque así es la cultura de la resistencia, imaginativa.
Pero hay una persona en especial que carece de imagigación o como se ha dicho la tiene sólo para la violencia: Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, conocido en otros lares como Felipillo Santo hombre de poca imaginación y doble moral.
Valdría la pena darle algunas ideas a este hombre estresado por el ejercicio del poder. Pero como se ha dicho que la política es materia de conocedores y expertos (súpersic) las ideas no vendrían entonces de este modesto bloguero reventado, sino de otro “hombre de Estado” el ex presidente de Brasil quien para que los ecos de las recomendaciones no se escucharan desde el maligno y descarriado sur llegó hasta las costas de México a darle algunas ideas a Felipillo Santo.
Luis Ignacio Lula da Silva declaró ayer ante empresarios en el antes paradisiaco puerto de Acapulco –lugar de cañaverales en náhuatl- que: “la violencia en México es por falta de atención a los pobres” y quizá algo más profundo, igualmente sabido, no por aquellos carentes de imaginación, que la lucha contra la pobreza es cuestión de decisión política más que de cálculos económicos.
En efecto reconozco que la vía capitalista con rostro humano como la que se aplica en Brasil no es la salida definitiva a la catástrofe mundial pero ante el panorama de sacar a 28 millones de personas de la pobreza extrema y elevar a 36 millones a la clase media o llevar a cuarenta mil personas a la muerte y observar que “entre 2006 y 2008 la pobreza extrema se duplicó: del 2 al 4 por ciento de la población mexicana (personas que sobreviven con menos de 1.25 dólares diarios, algo así como 16 pesos al tipo de cambio actual), y de 4.8 a 8.2 por ciento entre aquellos que viven con menos de 2 dólares por día (alrededor de 26 pesos).” Hay una gran diferencia, no sólo de voluntad política sino de visión de país, de imaginación para gobernar y ver por la mayoría del país y no sólo por sus grupos de poder, y vaya si éstos son varios, entre monopolios, clase política y narcos estamos ya hasta la madre.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario