viernes, 8 de abril de 2011

El México de los caudillos

A principios del siglo antepasado a México se le catalogaba como nación de caudillos en un territorio tan basto y por lo general poco poblado en el norte, personajes con intensión política y premisa militar emprendían en regiones bastas su mandato. Los caudillos son del tiempo de la revolución, personas que lucharon por defender una zona que consideraban casi de propiedad personal. México para dejar de ser un país atrasado debió frenar estos liderazgos desde el centro y buscar una unidad política y nacional. Con el paso del tiempo esto pasó a ser centralismo, a que todas las decisiones pasaran por el conocimiento y mandatado del presidente. Sin embargo desde la nefasta guerra en contra del narcotráfico emprendida por el espurio presidente de México han surgido en el panorama nacional una serie de personajes –de los que se tiene conocimiento por medio de entrevistas- que han decidido enfrentar a los narcotraficantes desde su trinchera territorial, enfrentándolos casi con sus propios medios y bajo el mandato de sus propios móviles, sean estos de estricto orden militar como en el caso general brigadier Carlos Bibiano Villa Castillo o de orden político como en el del alcalde de García, Nuevo León Jaime Rodríguez Calderón.

Ambos dan un panorama muy personal de lo que significa la lucha contra el narcotráfico desde sus trincheras y del porqué hay que dar dicho enfrentamiento. La entrevista periodística en este sentido arroja una luz brillante sobre el pensamiento de estos y otros personajes que se muestran como caudillos modernos enfrascados en una batalla incierta pero en la cual se empeñan de manera personal para salvaguardar la integridad de la población civil que se encuentra entre fuegos cruzados.

Mi padre el ejército

El general brigadier Villa Castillo entró en la escena político mediática por sus declaraciones en entrevista para La Jornada, diario que tituló la entrevista realizada a este hijo del ejército como: Si agarro a un zeta lo mato; ¿para qué interrogarlo? La confusión y los criterios para la evaluación de esta declaración considero que se mueven en esferas distintas, pues mientras los autodenominados defensores de los derechos humanos en México pusieron el grito en el cielo por la mencionada declaración, no hacen nada por criticar al presidente de la república, quien es en última instancia responsable de toda actividad castrense en el país. Mientras el titular del ejecutivo llama a una guerra contra el narcotráfico y saca al ejército a las calles, los medios y los ya mencionados defensores de los derechos humanos se sorprendan al escuchar lo que es normal en la lógica de una guerra: hay que matar al enemigo. Bajo la racionalidad militar Villa Castillo no hace más que obedecer órdenes para eso –y para matar- ha sido entrenado. El ejército es su vida, su familia, lo es todo, por ello no se vendería al narco y por eso emprende la lucha con el fin último de ganarla, sin importar las balas, digo, bajas en el camino. Los civiles envueltos en otra lógica muy distinta pero no menos irracional se sorprenden y espantan al escuchar que si en efecto Villa Castillo ve un Zeta lo mata, los periodistas le preguntan por qué, a lo que él con franqueza contesta que ellos no tiran flores.

Dios ha sido muy generoso conmigo. Me ha permitido seguir aquí

Por su parte el Alcalde de García, Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón dice que los zetas lo quieren matar porque él no se hace pendejo, no va a quedarse en su casa, encerrado en cuatro paredes aunque ya pesan sobre su persona dos atentados, después de los cuales se muestra mucho más sensible y confiesa que antes en su vida había llorado si acaso cinco veces ahora han sido más de veinte en el último mes. No se queda en casa o en su oficina porque su trabajo es estar en la calle, cercano a sus representados, quienes por cierto oran por él y por su amenazada integridad।

Vive bajo constante amenaza y preocupado más que por su muerte por el porvenir de su esposa y de sus hijas. Sabe que la muerte lo persigue pues los Zetas lo tienen amenazado, se traslada en camioneta blindada y con una escolta de quince ex militares, a quienes dice querer como a sus hijos, no los ha dejado solos ni en enfrentamientos y aseguro haber dicho en el último atentado o nos vamos todos o nos quedamos todos.

***

Ambos personajes despidieron a grandes contingentes policiacos cuando llegaron al cargo en la entidad, ambos pareciera que defienden la plaza con arrojo y entrega, cosa que no se hace desde el gobierno federal, el cual está coludido con el narcotráfico. Así el panorama en un futuro no muy lejano no debe sorprendernos que nuevos caudillos se repartan el territorio nacional, sean estos de origen militar, político, empresarial o como ya es práctica hoy día provenientes del narcotráfico.


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