domingo, 12 de diciembre de 2010

La Fábula del Chango





Esta es la fábula de un hombre que quiso vivir la fantasía del bienestar en medio de la insanidad. Y aún siendo él tan insano, se metió en un lugar verde, húmedo, vivo. La fantasía siempre trastabilló porque nadie nunca puede escindirse de su propia realidad; es más, esa fantasía se quebró totalmente cuando la realidad llegó a ese lugar verde, armonioso en su fachada.
A la casa fantástica de ese hombre, llegó otro hombre que no tenía fantasía de bienestar, sino que tenía la fantasía de extender, de imponer su malestar, sus formas torcidas de vivir. Se desató entonces una lucha desigual, donde por un lado la racionalidad, la reflexión, y por otro la irracionalidad, la acción irreflexiva, la acción automática y dictada.

La fábula literaria entraña una enseñanza moral o moraleja, aunque siempre se usan animales u objetos, supongo que para lograr un distanciamiento objetivo de la historia y que su precepto moral sea más claro y efectivo. Así se hace evidente que lo que escribí no es una fábula en ese sentido, pero podría seguir siéndolo en sentido artistotélico, si planteamos la fábula como la estructuración de acciones con desenlace trágico.

Evidentemente, en la fábula narrada no hay un desenlace trágico, sólo está presente mi malestar ante la estupidez humana, la imposibilidad de resolver los conflictos interpersonales de manera conjunta y cordial, la agresividad sin sentido, la falta de responsabilidad ante los propios actos. Por ello, mi primer impulso sería aceptar que, en efecto, mi vecino tiene algún tipo de retraso mental y que simplemente es estúpido. Sin embargo, mirando con más detenimiento me di cuenta que nuestra relación y, sobre todo, su actitud cotidiana no es más que el reflejo de todo un ideario social, masivo y hegemónico. Es aquí donde vuelve la fábula, la tragedia de la vida en el capitalismo.

En este ejercicio, quisiera superar la fase simplista de la moraleja, de mi propia presunción de superioridad moral ante un tipo detestable en bastantes sentidos. Lo interesante sería precisamente llegar a ese sustrato en el que las actitudes individuales son el mecanismo en que parte de la contradicción social se reproduce y se perpetúa.

Sigamos con la fábula, pues. El personaje en cuestión se presenta a sí mismo como “el chango”. Creo que esto ya es bastante indicativo de un acto de autoreconocimiento.

Bueno, el chango se presenta también como budista. Aquí otro síntoma de la esquizofrenia de nuestro tiempo, un tipo de mirada y gesticulación agresiva que se proclama budista. Al cabo de los días, se muestra como un tipo al que le gusta enunciar sus dones, su conocimiento, su experiencia y que da muchos consejos, que se muestra amable e interesado por los problemas e intereses de uno pero sobre todo, los planes suyos y de los otros; además de ser este tipo bonachón, es también alguien que da órdenes a los demás, que se esfuerza por imponer conductas (especialmente ante varias personas, cuando es más visible), que se empodera ante las mujeres; sin embargo, otra enunciación suya es la que muestra la postura discursiva de los poderosos, que se muestran a favor de los valores humanos, de la bondad, de la filantropía, de la esencia absoluta del espíritu. El chango, poco tiempo después de decirse budista, en una reunión de vecinos nos dice que planea comprarse una pistola “porque la cosa se está poniendo muy cabrona”.
¿Acaso no Obama recibió el nobel de la paz el mismo momento en que enviaba 30 mil efectivos a Afganistán? ¿No es Calderón el que ofreció el seguro popular a todos los niños que nacieran en su gobierno, y no es él mismo quien lleva a cabo, tan implacablemente, su “guerra contra el narco”? ¿No Marcelo Ebrard gobierna la ciudad “con ángel”y expropia cientos de predios por medio de la violencia policiaca? ¿No en nuestra ciudad la publicidad vende valores humanos como la solidaridad, el compromiso con el medio ambiente, no son las televisoras las mayores impulsoras de la filantropía mientras impiden el acceso ciudadano a los medios de comunicación?

¿No es precisamente el narrador de la fábula también presa y responsable de sus propios actos e ideas? ¿En qué medida todos, yo mismo, soy responsable como ser humano, social y en cuál otra soy, somos cínicos ante lo errado de nuestras conductas cotidianas?

En otra ocasión, el chango me escribe un mensaje en el que me amenaza porque no le bajo al baño cuando orino. Me amenaza con que es la última vez que me pide que cada vez expulse el agua (no importa si se le explica que es absurdo tirar 6 litros de agua por menos del 100 ml de orina, su condicionamiento es otro). Cuando su exabrupto es evidenciado ante incluso ante él mismo, es él quien convoca a una reunión. En ella se posiciona como el mediador, como el que pacificador, como si otro y no él, fuera el agresor. Aquí encuentro otra vez una imagen clara de las prácticas del poder político e ideológico; siempre en las disputas de los pueblos autóctonos, por ejemplo, contra el gobierno (el Estado) que es siempre el agresor pero es también el que utiliza todos los medios posibles para convencer a la sociedad de que los violentos son otros, los que protestan, los que se inconforman, los que se defienden. No hay más que mirar aquellos primeros días del alzamiento zapatista en 94, o el discurso del gobierno chileno ante la resistencia mapuche, o la actitud gubernamental ante las protestas estudiantiles de 99.

O en el pesero, donde si reclamas por tu seguridad o por tu comodidad, el agresivo es uno y hasta las señoras defienden al pobre conductor.

En otro momento, el chango me explica que el Che Guevara planteó que sólo “la sociedad civil” podría transformar la realidad. Además de lo cómico de la explicación, me parece sumamente perverso el mecanismo por el que la ideología capitalista pervierte y se apropia de sus enemigos. Es decir, el Che Guevara nunca plantearía algo así porque era marxista, y en la teoría marxista (mucho menos en la leninista), no existe tal cosa como la sociedad civil. Lo que existe es la sociedad humana, dividida en clases sociales con interes opuestos; pero eso no importa, lo que implica la perversión del pensamiento del Che es hacerlo inofensivo, inocuo.

Ya en términos más literarios, me gustaría enunciar la basura literaria que se apila en el baño que comparto con el chango (otra vez, esto es bastante sintomático de sus hábitos de lectura y de sus procesos de pensamiento). Hay dos libros que me ha sorprendido mucho encontrar junto al excusado, uno de ellos es El poder del ahora, una guía para la iluminación espiritual; el otro libro asiduo al retrete común es uno de Deepak Chopra (quien es perpetrador de diarrea mental con título como Escapando de la prisión del intelecto o Creando tu mundo según la manera en que realmente quieres que sea). A este gurú, en el documental inglés Los Enemigos de la Razón, Richard Dawkins (otra perla del pensamiento reaccionario) lo cuestionó sobre uso del término “teoría cuántica”, Chopra dice que sólo lo usaba como una metáfora y no tenía nada que ver con la teoría científica sobre la energía cuántica.

Copra dice que, por ejemplo, las enfermedades pueden curarse simplemente cambiando de consciencia. Y entonces, la clase alta y media del mundo, especialmente la del primer mundo, que tiene acceso a sus patrañas, asumen que incluso aceptando que tienen problemas, simplemente si se cambia de consciencia, el problema desaparacerá. Por eso el chango opta por actuar como si nada ocurriera, como si no tuviera problemas severos de comunicación y socialización, porque si él cambia de conciencia, los problema desaparacen, o por lo menos, los problemas que él genera, ya no son suyos, puede tener tres o cuatro kilos de carne permanentemente en el refrigerador, pueden consumir todos los productos Coca Cola, puede no tener la intención de separar la basura, de limpiar su propio desperdicio, puede todos los días usar su auto, puede querer golpearse con alguien, al primer conflcito verbal, pero lo que único que importa para él mismo es que quiere "iluminarse". Como anécdota, menciono que Chopra, en su calidad de buen hombre, cobra alrededor de 75 mil dólares por conferencia y dice que tiene entre sus seguidores a Madonna y Hillary Clinton, así como lo era el difunto Michael Jackson.

Eson sus hábitos de lectura, esos libros entre otros de cocina, de artes marciales, de deportes, de periódicos como LaRazón, el Reforma, a veces La Jornada y Cancha son parte de su ideario, el que es evidentemente coprófago y contemplativo (también tiene un manual didáctico de Historia de la Pintura, que en la portada tiene a la Monalisa y a la Monroe por Warhol).

Estaría interesante hablar de sus otros hábitos, así como sería también interesante preguntarse sobre los de uno mismo, que yo me preguntara sobre los míos. Ser capaz de mirar no sólo los hábitos intelectuales, culturales, alimenticios, masculinos o femeninos y políticos sino todos y ser también capaz de transformarlos día a día, por más esfuerzo que cueste.

Y ahora finalmente, se me ocurre que de lo que de verdad quiero hablar es de una actitud de vida comprometida y revolucionaria. ¿Cuál es y debe ser entonces el sentido de la revolución?
Según yo, no puede ser individual y sólo individual, sino que tiene que ser un proceso personal y colectivo.

Porque al parecer, si no lo hacemos, la única otra opción que tenemos es ser cínicos ante nuestras propias patrañas.





viernes, 10 de diciembre de 2010

Apuntes sobre formación política y confrontación ideológica II

Ante la abrumadora perspectiva de transformación social, cabría plantearse cuáles pueden ser las aproximaciones que un pensamiento crítico revolucionario puede tener con respecto de esa transformación. Pero antes de avanzar en ese sentido, también vale la pena detenerse a mirar las falacías que se enmascaran de planteamientos críticos y renovadores.

Como he planteado con anterioridad, es fundamental comprender los preceptos que mueven cualquier enunciación sobre el mundo y sus problemas. Estos apuntes están fundados, por ejemplo, en la convicción de que el problema esencial de nuestras sociedades es un proceso totalizante llamado capitalismo. Precisamente, esta característica totalizadora del capitalismo demuestra claramente la perversidad de los planteamientos que dicen que el problema de la sociedad occidental es cultural, de perspectivas, ideológico, político o incluso moral.

Al respecto, aun desde el discurso de los máximos adalides del capitalismo (Friedman, Thurow, Greespan), se acepta que una de los requisitos para el éxito del capitalismo es la apertura de mercados. Es decir, no importan las características originarias de las sociedades del mundo, ni sus modos de producción; lo que se sostiene es que la apertura de mercados traerá bienestar a las sociedades. Otra de las convicciones de esos hombres es que la apertura de mercados traerá consigo la apertura democrática; en este punto también es evidente la cualidad totalizadora del capitalismo, ya que en todo caso se hace referencia a la democracia representativa, parlamentaria y pluripartidista, negando tácitamente otras formas de organización como la democracia participativa, comunitaria y popular.

En otros términos, los defensores del capitalismo, cuando enuncian que para lograr la transformación social deben respetarse las diferencias culturales, debe empoderarse a la sociedad, debe buscarse una renovación moral, se olvidan de las afirmaciones que hacen los propios orquestadores de las políticas financieras globales.

Cómo podrían respetarse las diferencias culturales de los pueblos, si para lograr la apertura económica de las sociedades deben establecerse relaciones de dependencia, subordinación, o incluso en términos del mercado, se establecen competencias desleales entre los capitalistas de los países industrializados y la burguesía de los países en desarrollo.

Cómo podría lograrse la renovación moral de una sociedad si las condiciones de vida son cada día más dificultosas, si la clase media se encuentra en permanente riesgo de proletarización, si la clase política de cualquier país está absolutamente corrompida y subordinada a los intereses de los grandes empresarios.

Siguiendo en este sentido, podemos, por ejemplo, abordar el tema del cambio climático desde la perspectiva de gente como Al Gore (exvicepresidente de EU), Nick Stern (exvicepresidente del Banco Mundial) o José María Figueres (expresidente de Costa Rica). Según el punto de vista de estos personajes, el asunto del calentamiento global es un problema en sí mismo -una externalidad económica, en palabras de Stern-, y no la consecuencia de un proceso civilizatorio depredador fundado en la reproducción y acumulación del capital, del dinero, de la propiedad de la tierra, a toda costa.

Y entonces, las propuestas que plantean están concebidas para evitar el cambio climático, o por lo menos, para retardar el calentamiento global, pero de ninguna manera tienen la remota intención de transformar el sistema mismo que lo ha originado, y que además ha generado enormes desigualdades sociales de generación en generación. Es decir, según ellos, lo que debe hacerse es aprovechar este asunto para generar nuevos mercados, nuevas fuentes de empleos, nuevos nichos de inversión, nuevas tecnologías que generen ganancia y nuevas políticas públicas para el cobro de impuestos por usar tecnologías contaminantes y que a la vez estimulen el uso de energías limpias.

José María Figueres llega al obsceno extremo de plantear esta “nueva revolución industrial”, este nuevo desarrollo sustentable, que continúe generando ganancias, como lo ética y moralmente correcto. No entiende que lo único que plantea es mantener las condiciones materiales que posibiliten la continuación del modo de producción capitalista. Y tampoco entiende que su ética y su moralidad no tienen como objetivo terminar con las clases sociales, con la desigualdad, con la subyugación de millones de vidas, no concibe si quiera la posibilidad de terminar con el sistema que cosifica la vida de la mayoría, reduciendo su existencia a la mera reproductibilidad, mientras que un exclusivo sector privilegiado goza de condiciones de vida lujosas, de un ocio exacerbado y sobre todo, de un poder inmenso para la toma de decisiones políticas y económicas que determinan el desarrollo de la sociedad.

Al Gore, por otra parte, también ha encabezado la lucha contra el cambio climático y poco a poco las verdaderas razones para esta lucha han quedado expuestas. El planteamiento es el mismo, hacer más negocios con un problema que los negocios de la industria han generado. Al Gore es dueño de un par de empresas dedicadas a la creación de equipo que hace más eficiente el uso de energía eléctrica, celdas solares y baños secos, además de ser asesor de google y apple en desarrollo de tecnología sustentable; este hombre también es el principal impulsor del mercado de carbono, que significa la privatización del aire, ya que plantea el intercambio de estímulos económicos por la conservaciones de bosques; en otras palabras, se plantea sobre todo dar incentivos económicos a empresas madereras para que talen menos, al mismo tiempo que se plantea la conservación de bosques a costa de expulsar a las pequeñas comunidades que ahí habitan y que generalemente son las menos responsables de la depredación de esos bosques.

Este ejercicio argumentativo, lo aplico a los ideólogos del capitalismo, pero pienso que debemos aplicar una crítica severa a nuestros propios juicios y a los de otros con los que convivimos. Debemos criticar las falacias del sistema para aplacar nuestro malestar pero también tenemos ante nosotros el deber de comunicar y convencer a otros, pero sobre todo utilizar nuestros argumentos para cohesionarnos y, en primer instancia, transformarnos y actuar localmente, en un pequeño ámbito -sí en una revolución cotidiana pero que tenga la perspectiva, paralela o futura, de volverse comunitaria-.

Es claro que el desarrollo de la ideología del capitalismo verde y bueno seguirá y será muy difícil incidir en él. Pero me parece importante desentrañar su mentira para plantearnos lo que sí podemos hacer. Creo que lo que positivamente podemos hacer es incertarnos en procesos colectivos que impliquen maneras distintas de pensar, de vivir y de producir. Es evidente que el conocimiento es fundamental para la transformación de la conciencia y el quehacer, pero me parece difícil que la insersión en procesos comunitarios se lleve a cabo a través de la sola posesión de información. Pienso que es más útil el conocimiento científicio y tecnológico como una herramienta que nos permita intercambiar trabajo por trabajo de manera directa y justa.

En un breve enunciado, me atrevo a asegurar que nuestra formación debe enforcarse en erradicar y evitar la división entre el trabajo intelectual y el trabajo manual en nosotros mismos. Que seamos capaces de insertarnos en procesos sociales no solamente a través de la teoría -sin soslayarla de ninguna manera-, pero también siendo capaces de aportar trabajo especializado para resolver problemas materiales concretos relacionados con las necesidades vitales nuestras y de otros.

martes, 7 de diciembre de 2010

Lluvia y otras cosas en Caracas

Ahora lo importante es el temporal, en Caracas y en buena parte del territorio nacional no deja de llover, lo que ha modificado la dinámica política y social en general, los Consejos Comunales intentan dar respuesta y solución a las problemáticas de la gente de los barrios. Ayer tuve la oportunidad de subir al cerro, por primera vez y en los ya mencionados cuatros meses de estancia no había tenido dicha oportunidad. Fue con Pedro que pude estar en su barrio, con su gente, en el albergue donde se queda su cuñada.

Salimos del metro Mamera, tampoco había ido yo hacia esa dirección de la ciudad, por la línea dos, más adelante de La Paz que es mi barrio, la famosa Parroquia de la Vega, que se disputa organización y tradición política con parroquias como el 23 de Enero.

Pedro me dijo, mira toda esta mierda, mira, no puede ser, yo crecí en esta mierda y no quiero que mi hijo –al que traía en brazos- crezca en esta mierda. Yo no pondría dichos calificativos al lugar, sin embargo sí era hediendo, en decadencia. Agregó, esto no es de ahora, de las lluvias, esta situación lleva años, yo crecí aquí en este barrio y ahora quiero hacer algo por mi hijo, o ¿es que estamos destinados a vivir siempre así? Mientras esto subíamos por las escaleras de cemento que conducen entre callejones a casas y más casas.

¿Ustedes a qué le llaman ranchitos? Pregunté, la esposa de Pedro, Cindy, se me quedó mirando con gesto de este tipo no sabe nada, ni dónde está. Ella tomó la palabra, ranchitos son esas casas que no tiene न bloque, que están hechas de aluminio o de madera. Al pasar por los angostos pasillos de la primera sección del barrio de mamera, mucha gente nos saludaba en especial al “catire”, a Estaban, el hijo de Pedro de apenas año y medio de nacido.

¿Por qué decidiste involúcrate en el Consejo Comunal? La verdad es que no lo tengo tan claro, sólo recuerdo que mi mamá estaba pegando la convocatoria en la pared de la casa y dije creo que sería bueno para ver si el gobierno responde y la verdad que sí lo hizo, metimos un proyecto cultural y nos apoyaron, nos dieron la plata y nosotros trabajamos con la gente, en talleres de expresión artística y a los chamos que se sumaban, que no fue fácil por cierto, les decíamos aquí está la plata entre todos vamos a ver qué hacemos con ella. Así desarrollados diez actividades diferentes.

Para esto nos sirvió mucho Pedro, porque él trabajaba en el Ministerio de la Cultura y nos daba recomendaciones de qué poner en el proyecto y qué quitar, aun así cuando recibieron el proyecto nos felicitaron, porque era el segundo proyecto que se metía de cultura, todos los consejos comunales meten proyectos por lo regular de vivienda. Eso fue en el 2007, recién estrenada la ley de Consejos Comunales.

¿Qué sientes al trabajar en el Consejo Comunal? Es algo muy agradable poder hacer cosas por la gente de tu parroquia, invitarlos a que se involucren, al principio fue difícil, porque la gente no está acostumbrada a participar. Me sentí muy satisfecha al trabajar con los chamos del barrio y poder entregar la cuentas claras, porque eso sí éramos muy claros con la plata. Después me embaracé y ya no continué, bueno sí pero de manera distinta, pero ahora mi hermana, esa que está allá, que por cierto se está quedando en este albergue ella continúa con el trabajo y yo bueno ahora con el niño es un poco más difícil pero aquí estoy y quiero agarrar el ritmo otra vez.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Apuntes sobre formación política y confrontación ideológica

Para Andrés y Juan Pablo
que, en nuestra contradicción,
me obligan a pensar más seriamente



En la vida cotidiana es evidente que algo no anda bien. Cualesquiera que sean las premisas a través de las cuales miremos la realidad, es obvio que las cosas no marchan bien. Pero el problema inicial es precisamente aceptar la existencia de esas premisas, aceptar que tenemos un punto de vista formado socialmente, condicionado por nuestra clase social y por nuestra educación. Esto es fundamental, sobre todo en un mundo que se afirma en la certidumbre de que la realidad es un fenómeno natural ahistórico, donde la historia no existe y tampoco es importante, donde cualquier visión es subjetiva pero igualmente válida (por lo menos es lo que se enuncia discursivamente, aunque en la realidad se dicten criterios tajantemente).

Sin embargo, la perversidad peor de la ideología que se impone en la configuración de la realidad es la que dice que la dinámica social no tiene un sentido destructivo, pero que no tiene tampoco posibilidad de transformación, a no ser que sea mínimamente (sólo en sus formas y muy lenta y eventualmente, pero nunca de forma abrupta ni el fondo de las cosas), a la vez que estimula la fantasía de que cada uno tiene la capacidad de modificar su propia circunstancia paso a paso, lentamente. No es, por supuesto, en este contexto, ninguna casualidad que las formas místicas de pensamiento tengan tanto crecimiento entre la población, no importa qué corte tengan, ni el tipo de gente que aglutinen, sean de clase media, alta o de los sectores populares; la idea es la misma, el convencimiento de que el cambio ocurre en uno mismo y en la conciencia, en la pasividad y en la no violencia.

Esta visión, la de la “naturalización” de la historia, cuando se piensa que el devenir histórico no es histórico (es decir, determinado por circunstancias sociales específicas) sino natural (que de cualquier manera hubiera sido lo que es actualmente, dado que está en la “naturaleza humana”), aunada a la convicción de que hay un proceso dificultoso pero llevado a cabo con corrección por los gobernantes (sean liberales o conservadores), estigmatiza, ridiculiza, ningunea o simplemente rechaza la posibilidad de una transformación radical de la sociedad.

Podemos incluir en esta actitud, sin niguna reserva, a sectores ilustrados que entienden de historia, que pretenden entender la historia en un sentido puramente cultural o donde las estructuras de poder sólo se modificaban políticamente. La conclusión necesaria de este planteamiento es que la transformación o, mejor dicho en términos suaves y tersos, el mejoramiento de las condiciones sociales sólo ocurrirá con un reacomodo de las fuerzas políticas. En terminos más específicos, se afirma que la pobreza y la violencia, siendo imposible erradicarlas, se mitigarán con voluntad política y acuerdos nacionales.

En este contexto ideológico, digamos, el grupo de los pobres, al mismo tiempo que es el más numeroso de la sociedad, es el que menos representatividad tiene, el de menor capacidad de movilización, el de menores oportunidades de organización también. Aun considerando las grandes movilizaciones sociales, sindicales y en defensa de la tierra, nunca en la historia del capitalismo hubo tantas transformaciones en detrimento de tan basta mayoría que fueran recibidas por una cantidad tan pobre de protestas y movilizaciones alrededor del mundo.

Me parece que es fundamental plantearse si la ideología de la pasividad, de la conciencia de uno mismo, de la aproximación exclusivamente cultural y política, incluso filosófica, a un problema que es predominantemente económico; plantearse, decía, si esa ideología está triunfando y cuáles serán sus fatales consecuencias. Aun más importante es proponer un papel doctrinario, programático, que se contraponga a la ideología apologética, tácita o implícita, del capitalismo; no sólo para combatir en el plano de las ideas, pero sobre todo, para organizarnos y movilizarnos de una manera alternativa, comunitaria y socialista.

Utilizo la palabra doctrinario en un sentido de aglutinamiento programático, de una cohesión consensuada y organizada. Y para espantar a esos fantasmas atraídos por el discurso reaccionario, no me refiero a la doctrina como dogmatismo, pero sí como claridad de ideas. Es decir, entender que el problema de la sociedad capitalista no es un problema cultural ni político, en primera instancia, sino que esencialmente se trata de un problema económico. El problema de la sociedad capitalista es la manera en que produce riqueza, pues debe despojar de su trabajo a quien produce, para acumular capital, debe mantener la abundancia de mano de obra para que sea barata, debe depredar para inundar mercados y salir de sus crisis continuas. Este modo de producción está por encima de cada individuo y de su voluntad, y genera sus propios mecanismos culturales y políticos que son sólo síntomas de una enfermedad más grande de la que esos mecánismos en sí ya son.

jueves, 28 de octubre de 2010

Misión Sucre, un modelo alternativo de educación



Después de casi un mes de ausencia regresé al campamento Nuevo Barrio Tricolor de la Parroquia La Vega, mis visitas a ese sitio se habían suspendido por el proceso electoral del 26 de septiembre que paralizó prácticamente todas las actividades de Venezuela.

En esta última visita tuve la oportunidad de charlar con Félix, un señor de 61 años que estaba allí en el campamento repasando sus lecciones de la Misión Sucre mientras llegaba la hora de la reunión con los Consejos Comunales.

De cómo se enteró Félix de la Misión Sucre

Mira este cuaderno es de tercer grado, me mostró un libro algo viejo y amarillento con símbolos y ejercicios matemáticos, esto si no lo repesas se te olvida agregó. Hace ya más de treinta años que dejé la escuela, la dejé incompleta porque ya sabes cómo es la juventud, me gustaba la cervecita, las mujeres y bueno ya teniendo trabajo uno piensa en muchas cosas. Pero ahora lo he retomado y me siento muy bien, porque estoy haciendo cosas por mi y eso además le da gusto a mi familia, soy el orgullo de varios de mis nietos y un impulso para mi hija menor que está por entrar en la universidad.

Yo hace unos cinco años era de estar perdiendo el tiempo allí en la calle después del trabajo, me iba “al miadero”, así se le dicen a un lugar por allá donde uno se va a pasar la tarde y a tomar cerveza. Una vez después de haber escuchado al presidente Chávez comentar que ahora en Venezuela existía la oportunidad de retomar los estudios comencé a sentir que estaba perdiendo mi tiempo. Pregunté por la promociones aquí en la Vega y mira son varias allá arriba hay una, por allá atrás de esos árboles hay otra, son como cinco lugares para estudiar en total. Me inscribí a la Misión Ribas para terminar el bachillerato que te comenté había dejado inconcluso, lo terminé rápido y me dieron mi certificado. Ahora desde hace cuatro años estoy en la Misión Sucre, lo que me gusta de la Misión es que si por algún motivo la tienes que abandonar ya obtuviste una capacitación que además es válida, por ejemplo yo ahora después de estos cuatro años ya soy técnico y si continúo dos más me graduó en ingeniero civil.

Un modelo distinto de educación

Desde que llegó Chávez al poder muchas cosas han cambiado en Venezuela y hasta en el mundo, allí está la gira de la cual acaba de regresar de Rusia, Siria e Irán, todo eso es por el bien de Venezuela, para hacer convenios que favorezcan al pueblo.

En el tema de la educación, no sólo te lo digo porque yo esté estudiando sino porque lo ves, mira allá en la Misión hay un par de egresado de la Universidad Bolivariana, gente que ya terminó sus estudios ahora está ayudando a su comunidad antes no, antes si estudiabas era sólo para ti, para tu bien, para ser jefe y explotar a los demás, pero esta educación no es así. A mí siempre me han gustado las matemáticas y no te voy a decir que soy un líder, pero siempre que puedo me quedo un tiempo más después de las sesiones a explicarles a mis compañeros las dudas que tengan. Eso me hace sentir muy bien aunque he visto cómo muchos de mis compañeros ya no siguen más, cuando yo comencé en la Sucre éramos 58 ahora desafortunadamente sólo quedamos 12, pero esa gente que se fue por lo menos se llevó algo que quizá le haya permitido tener un mejor trabajo o no sé, por algo se habrán ido.

Estamos al mismo nivel

Ahora que varios estamos en la escuela a nivel universitario nos damos cuenta que estamos al mismo nivel que esa gente que va a la universidad y ellos lo saben porque en alguna ocasión vinieron a ver lo que hacíamos y les terminamos explicando algunas cosas. Estamos al mismo nivel que los institutos técnicos privados y creo que eso es lo que les duele, que nos dimos cuenta que somos iguales, que ya no hay motivo para que nos discriminen o nos hagan a un lado y eso le duele mucho a esa gente porque se creían más. Ahora no, ahora somos todos iguales.

Y lo ves hasta en la política, antes aquí en Venezuela la democracia era de tu votas y yo mando, con Chávez ya no, cualquier ley que se quiera aprobar o las más importantes se someten, se le pregunta a la gente. Esa es la democracia participativa, que nosotros decidamos por nuestro país y por nuestro bienestar, sea en las leyes o en los Consejos Comunales.

Nos querían quitar todo

Todo eso que te digo es lo que nos quieren quitar, nuestro protagonismo, nuestra organización, la escuela, la educación, el deporte, todo eso antes estaba privatizado, antes si me enfermaba era además de un malestar, una gran angustia, ahora se puede ir a los módulos y son gratis.

El deporte no es que estuviera privatizado pero sí iban los hijos de la gente rica, porque tenían para pagarlo o porque conocían al entrenador, claro eso no pasaba en el box porque allí sí hay que entrarle con los guantes, pero en el resto de los deporte sí, ahora quien va a los equipos se ganó su lugar entrenando en competencias, nadie lo puso allí.

Para mí el golpe de Estado del 2002 fue la materialización de todo eso, ellos quieren volver pero ensañados, con ganas de quitarnos todo lo que se ha logrado.

Llegaron al Palacio de Miraflores y quitaron el cuadro de Bolívar, de inmediato depusieron la Constitución, yo creo que si no hubieran hecho eso la gente habría reaccionado de otra forma, pero cuando vimos que nos querían quitar todo salimos a las calles a defender a Chávez, a nuestro presidente, a nuestra democracia.

Todo esto que te digo es para mí un gozo que no me cabe en el corazón, porque aunque yo esté ya mayor, la revolución llegó muy tarde para mi, pienso en mis hijos y en mis nietos ellos sí que van a disfrutar de una Venezuela para todos.

sábado, 23 de octubre de 2010

Si la Comuna es La Patria Grande, los Consejos Comunales son el Gobierno chiquito


Más o menos esta fue la idea que terminó de consolidarse en diferentes entrevistas sobre el significado de ambos nuevos entes en Venezuela.

El jueves pasado estuve en el Núcleo de Desarrollo Endógeno Fabricio Ojeda. Prefiero no hablar de la espera pues fue larga y de nada sirvió, terminé llegando, como se llega a todos lados, preguntando. El Núcleo se encuentra en las entrañas de la Parroquia de Catia.

El aspecto del lugar era industrial, de altos muros grises, otros adornados con murales y grafitis alusivos a la Revolución. Me bajé de la camionetita y desde uno de esos puestos que venden dulces y rentan teléfonos para llamar me gritaron: mexicano, mexicano. Apenas me percaté del grito, voltee la vista y afirmaron con la cabeza. Era Marlene y otra persona, hombre de cuarenta años de quien no recuerdo el nombre. Avanzamos sobre el gran conjunto que representa el Núcleo de Desarrollo Endógeno, el cual contempla desde un Mercal, una embazadora de gas, una cooperativa de confección de zapatos, el Centro de Batalla que es un “auditorio” donde se realizan reuniones semanales de los trece Consejos Comunales que componen en Núcleo. En el Centro también se dan cita los coordinadores de las diversas misiones que trabajan en la parroquia. Mis anfitriones, de fácil habla, como muchos venezolanos, me comentaron que sobre todo operan las Misiones Ribas y Sucre, que son ya no de alfabetización, sino de capacitación. La Sucre es a nivel universitario y Marlene es egresada de allí.

Mi interlocutor (hombre) fue partícipe del Caracazo, de allí obtuve una lectura sumamente interesante de lo acaecido el 27 de febrero de 1989. No hubo grandes referencias al momento político, económico, no en un sentido “analítico” sino vivencial.

Se dice que en el Caracazo la gente salió de sus casas, bajó de los cerros de manera imprevista y sin coordinación mediante. ¿Qué estaba pasando, por qué se dio la reacción de dicha forma? El detonante según esta persona de tez morena y gorra del PSUV fue que ya se venían anunciado una serie de altas en los precios de los productos de la canasta básica, los alimentos, pero también los servicios. Un aumento propiciado por el gobierno, que se salía de las manos y los transportistas sintiéndose obligados a llevar alimentos a su casa, anunciaron un alza al precio del pasaje. La gente estaba entonces ya en la calle, esperando ir a su trabajo, haciendo las famosas y siempre presentes en Caracas, colas para abordar los autobuses. Faltaron algunas reclamaciones para que la gente se exasperara, decidiera hacer algo, tomar los transportes por la fuerza. Evento que se daba en gran parte de la capital del país y que llegó a reclamar a las puertas de los mercados y tiendas departamentales.

Algunos analistas han comentado sobre esto, que es consecuencia del Viernes negro del 83. Donde la clase media se vio afectada en su poder adquisitivo.

Si mi interlocutor había participado en el 89, era seguro que habría participado en el 2002.

¿Qué pasó por tu cabeza el 11 de abril de 2002? ¿Qué sentiste cuando te enteraste del golpe de Estado?

Interrumpió Marlene. Es que ellos, la oposición odian tanto a Chávez porque él nos ha dado a nosotros, a los pobres, a la gente de los barrios. Mira ves todos esos ranchitos, me señalaba la barriada que se comía los cerro, casas de bloque. Antes quién se iba a preocupar por nosotros, porque tuviéramos educación, porque hubiera un doctor en la comunidad, quién se iba a preocupar porque trabajáramos, porque aquí eso es lo que hacemos, el comandante da la orden de que se hagan proyectos socio productivos y eso es lo que hacemos. Aquí está la gasera, está la confección de zapatos, el comedor popular. Nosotros trabajamos en eso, y no para hacernos ricos sino por la comunidad. Aquí uno no se hace rico, estamos más vigilados que la propia PDVSA, ella nos vigila los recursos y además nosotros, desde los Consejos Comunales estamos pendientes de que las cosas se hagan bien. Cuando hubo excedentes del gas se compró otro camión, comenzamos sólo con uno, ahora tenemos tres. Y nosotros damos precio justo, la bombona con nosotros vale 3.60, antes, cuando era privado, valía diez o quince bolívares, y eso en el camión, porque había revendedores que la daban hasta el cuarenta bolos.

Estar en la Revolución no es fácil, hay mucha gente que simpatiza, pero está allá en el centro, tranquilo, diciendo yo simpatizo, yo creo en la Revolución, pero aquí en las parroquias pobres está el trabajo. Nosotros no cobramos nada fijo, es voluntario. Aquí en el campamento nos organizamos para la comida.

Eso es lo que hacemos, un gobierno en chiquito, eso son los Consejos Comunales y aun nos falta mucho para acabar con el Estado burgués y por cambiar conciencias, que eso es lo más difícil, es el mayor reto que tiene por delante la Revolución.