Ahora lo importante es el temporal, en Caracas y en buena parte del territorio nacional no deja de llover, lo que ha modificado la dinámica política y social en general, los Consejos Comunales intentan dar respuesta y solución a las problemáticas de la gente de los barrios. Ayer tuve la oportunidad de subir al cerro, por primera vez y en los ya mencionados cuatros meses de estancia no había tenido dicha oportunidad. Fue con Pedro que pude estar en su barrio, con su gente, en el albergue donde se queda su cuñada.
Salimos del metro Mamera, tampoco había ido yo hacia esa dirección de la ciudad, por la línea dos, más adelante de La Paz que es mi barrio, la famosa Parroquia de la Vega, que se disputa organización y tradición política con parroquias como el 23 de Enero.
Pedro me dijo, mira toda esta mierda, mira, no puede ser, yo crecí en esta mierda y no quiero que mi hijo –al que traía en brazos- crezca en esta mierda. Yo no pondría dichos calificativos al lugar, sin embargo sí era hediendo, en decadencia. Agregó, esto no es de ahora, de las lluvias, esta situación lleva años, yo crecí aquí en este barrio y ahora quiero hacer algo por mi hijo, o ¿es que estamos destinados a vivir siempre así? Mientras esto subíamos por las escaleras de cemento que conducen entre callejones a casas y más casas.
¿Ustedes a qué le llaman ranchitos? Pregunté, la esposa de Pedro, Cindy, se me quedó mirando con gesto de este tipo no sabe nada, ni dónde está. Ella tomó la palabra, ranchitos son esas casas que no tiene न bloque, que están hechas de aluminio o de madera. Al pasar por los angostos pasillos de la primera sección del barrio de mamera, mucha gente nos saludaba en especial al “catire”, a Estaban, el hijo de Pedro de apenas año y medio de nacido.
¿Por qué decidiste involúcrate en el Consejo Comunal? La verdad es que no lo tengo tan claro, sólo recuerdo que mi mamá estaba pegando la convocatoria en la pared de la casa y dije creo que sería bueno para ver si el gobierno responde y la verdad que sí lo hizo, metimos un proyecto cultural y nos apoyaron, nos dieron la plata y nosotros trabajamos con la gente, en talleres de expresión artística y a los chamos que se sumaban, que no fue fácil por cierto, les decíamos aquí está la plata entre todos vamos a ver qué hacemos con ella. Así desarrollados diez actividades diferentes.
Para esto nos sirvió mucho Pedro, porque él trabajaba en el Ministerio de la Cultura y nos daba recomendaciones de qué poner en el proyecto y qué quitar, aun así cuando recibieron el proyecto nos felicitaron, porque era el segundo proyecto que se metía de cultura, todos los consejos comunales meten proyectos por lo regular de vivienda. Eso fue en el 2007, recién estrenada la ley de Consejos Comunales.
¿Qué sientes al trabajar en el Consejo Comunal? Es algo muy agradable poder hacer cosas por la gente de tu parroquia, invitarlos a que se involucren, al principio fue difícil, porque la gente no está acostumbrada a participar. Me sentí muy satisfecha al trabajar con los chamos del barrio y poder entregar la cuentas claras, porque eso sí éramos muy claros con la plata. Después me embaracé y ya no continué, bueno sí pero de manera distinta, pero ahora mi hermana, esa que está allá, que por cierto se está quedando en este albergue ella continúa con el trabajo y yo bueno ahora con el niño es un poco más difícil pero aquí estoy y quiero agarrar el ritmo otra vez.
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