jueves, 23 de julio de 2009

Ya córtale

Así termina la entrevista, rueda de prensa o confesión que hace José Alberto López Barrón, integrante de La Familia Michoacana; el cartel de moda en México, en boga porque se ha escuchado hablar mucho de él en los últimos meses, en los últimos días, La Familia Michoacana se ha dicho es una de las formaciones criminales más organizadas de todo el país, cosa que no debería sorprender al gobierno federal ni a ningún orden policial o empresarial, ya que se ha reconocido tiempo atrás que si un negocio llegó por la puerta grande al libre mercado mundial fue el de las drogas. Y como tal, al entrar y ser parte del mercado, todo lo que rodea al proceso conjunto de las drogas tiene una organización empresarial, donde hay, claro está, diversos niveles de mando y un adoctrinamiento para que el empleado trabaje más y mejor, sintiéndose contento y satisfecho por hacerlo.
La confesión que hace Alberto López o “Juan Pérez” al ser detenido hace días en Arteaga, Michoacán, plantea varias situaciones a escudriñar.
La primera y no ignorada, que “Todo México es territorio narco”, que ya podemos olvidarnos o sumarlo a la cultura popular el mito de que el narco es de Sinaloa, ya que por ahora, cuando la “guerra contra el narco” está en su máximo apogeo nadie se acuerda de la tierra de Pedro Infante; los niveles de violencia que se viven en el estado que alberga al hermoso puerto “del lugar de los venados” son incomparables con los que se han estado viviendo en estados como Chihuahua y Michoacán.
La segunda es una interrogante clave. ¿Por qué Alberto López Barrón dio esa conferencia de prensa, por llamarle de algún modo, bajo la petición de qué medio o con qué fin?
Sea como fuere, lo hablado por Alberto López deja ver que quien cayó, quienes han caído y los que caerán no son nadie en la escalafón empresarial de La Familia, muy por el contrario de lo que muestra el gobierno Federal en sus apantallantes presentaciones de narcos en hangares de la PFP; ya que si fuera un pez gordo no habría hablado con la sinceridad que lo hizo, no habría contado “las entrañas de la familia”, el quehacer de la compañía. Alberto López es un integrante más de la comunidad de Arteaga, Michoacán, que se ha sumado y buscado una forma de vida como “delincuente”, ya que es el único camino que existe para nuestra gente del “México profundo”, el hacerse ilegal cruzando la frontera norte o ganando $10 mil pesos mensuales -sueldo similar al que gana un cabo militar o un soldado raso de la PFP- velando por la seguridad y los negocios de su comunidad; a fin de cuentas encontrando una forma de subsistir y de (poder) existir.
Por ello al sumarse a La Familia no se recibe adiestramiento, porque es una forma de vivir, de sacar dinero para comer, pero también un encontrarle razón a la vida, adherirse a una explicación del mundo en su conjunto.
Por esto la petición de que guardara silencio, porque ya estaba hablando demasiado, porque entre dejaba ver que la guerra contra el narco está perdida ya que es una guerra contra las comunidades de México que encuentran formas de vida en quehaceres “ilegales” porque el gobierno no puede ofrecer legales.

Sobre el componente religioso de la organización, pasé algunas horas intentando buscar qué decir, esbocé algunas líneas pero no lograron salir a mi gusto. Será una tarea posterior.










viernes, 3 de julio de 2009

Las elecciones

No es posible negar la campaña del voto nulo emanada desde varios sectores académicos y empresariales de la derecha, como tampoco puede negarse que sus principales beneficiarios serán el PAN y el PRI, sobre todo porque el sistema electoral lo han construido ellos mismos a modo de poder perpetuarse en el gobierno. Por otro lado, en términos abstractos, y no precisamente tomando como referencia el corrompido y costosísimo, amén de inmoral, sistema electoral mexicano, el hecho de votar no es en sí mismo un acto negativo o estéril, pero uno debe tomar este tipo de decisiones en circunstancias y coyunturas concretas y específicas; si no es así, sólo se colabora con el voto corporativo irreflexivo.
A pesar de estas consideraciones, me interesa hacer una pequeña reflexión sobre la invitación al voto por la "izquierda" (López Obrador, Dante Delgado y Alberto Anaya, entre varios otros de similares tamaños morales e ideológicos). Cabe mencionar que tal invitación ha venido también de diversos sectores (incluidas personas de sólida vocación de izquierda como Dussel, Boltvinik, G. Rodríguez, entre otros); sin embargo, hay en todos estos llamados un tufillo a la visión pragmática de la posmodernidad, donde los valores éticos valen muy poco, y los beneficios inmediatos son los que cuentan. Por eso, López Obrador es capaz de aliarse con Camacho, Núñez, A. Anaya, Delgado, Ebrard, todos ellos operadores de primera línea en el gobierno de Salinas de Gortari (pensar que estos hombres han hecho un examen de consciencia, es poco más que inocente, ya que varios de ellos deberían estar en la cárcel y no al lado de las causas de izquierda). Este cuestionamiento no es un llamado a no concordar con López o incluso no votar por sus cuadros, sino más bien pretender ser sólo un indicio de la calidad moral de nuestra vida política nacional.
En los términos de esta visión pragmática, es evidente que hay que votar por el PRD, el PT y Convergencia, intentando que PAN y PRI no se apoderen de la ciudad de México, específicamente, pero también pensando en términos de legislación federal en los próximos seis años. Sin embargo, como es posible verlo en el Distrito Federal en temas como la industria de la construcción y la distribución de recursos electorales, o siendo un poco más incisivo, en la distribución de los recursos oscuros que generan las penitenciarías, esos partidos están tan comprometidos con los dueños de este país, que los pequeños cambios que pudieran ocasionar con su labor legislativa, por ejemplo, valen muy poco, sobre todo si se les compara con los cambios estructurales que el país necesita y que ningún partido o movimiento actual sería capaz de llevar a cabo, no sólo por su pequeñez ideológica sino por su inmundicia moral. Eso de darles la oportunidad, suena a diálogo entre niños; todos los partidos han demostrado (en la ley de derechos indígenas, en la ley televisa, en la reforma energética, en la ley monsanto, por mencionar las más importantes) que saben alinearse ante los intereses de los que en verdad mandan.

Por otro lado, las instituciones electorales han evidenciado ampliamente su inutilidad, desde la elección de 2006 (y mucho antes ya, con sus antecesoras) hasta el tema de Iztapalapa, pasando por una larga serie de irregularidades en cualquier nivel de elección. Esas mismas instituciones son las que están llamando a votar conciensudamente, a pensarle, y llevar a cabo una obligación ciudadana, donde la ciudadanía no la tiene nadie. El caso de López Obrador es más extraño, está llamando a votar aun cuando en 2006 ninguna institución electoral ni judicial respectó el mandato popular. ¿Será él capaz de movilizar más agresivamente a sus seguidores o volverá a especular sobre un nuevo intento en 2012?

Finalmente, pienso que no es válido llamar a la gente a no votar, por eso yo no trato de convencer a nadie de no hacerlo. Aclaro aquí que el llamado a anular el voto es mucho más perverso que el llamado a no votar de plano, además de ser más útil en términos de porcentajes en la repartición de los escaños plurinominales y las constancias de mayoría absoluta, o incluso para lograr la mayoría relativa. Tanto llamar a votar como a no hacerlo, pensando que es el único quehacer político posible es absurdo y anquilosante. En cualquier caso, ejercer el voto tiene que ser una acción mínima frente a una actitud y una acción política permanente. Si nuevas maneras de organización emergen, si la sociedad muestra que en realidad desea transformarse, las elecciones serán relegadas a un nivel secundario en nuestras vidas políticas.