Resulta un tanto difícil guardar silencio ante los
acontecimientos político-electorales de estos días, principalmente pensando en
el la importancia que esta elección tiene para el país, pero sobre todo por la
estrategia que se está utilizando desde los medios de comunicación y algunas
casas encuestadoras para generar consenso entre la sociedad, principalmente en
torno a dos temas: es eminente el regreso del régimen corrupto y represor del
PRI y dos, no a la alternancia democrática fuera de la derecha o si fuera el
caso, fuera del neoliberalismo.
Consenso, medios de
comunicación y encuestas
Desde hace años los medios de comunicación se han alzado
como los constructores de la mal llamada opinión pública, esa matriz de
pensamiento que no es más que el reflejo de los intereses de la clase
dominante, de los grupos en el poder y que por diversos medios hacen pasar como
perteneciente al resto de la sociedad. Resulta por demás necesario salir de los
canales de análisis del pensamiento liberal para comprender lo que acontece en
nuestro país, ya que este pregona la libertad como su principal valor pero no lo
ejerce, conjuntamente de que castiga el disenso. Ser distinto no está bien
visto por la sociedad y en ese algo distinto han cabido diferentes
denominaciones, desde verse en apariencia diferente, tener una orientación
distinta al de la media hasta llegar al grado actual, en donde pensar diferente
no es aprobado, en resumidas cuentas ser de izquierda no está de moda.
Así los instrumentos para crear consenso entre las
sociedades nos indican parámetros de acción, lo que está permitido o no dentro
de un sistema, las formas de represión para dichas expresiones son variadas
van, como ya se mencionó, desde una mirada de desaprobación, lo que se
convierte en rechazo social, hasta un sanción administrativa y judicial. El
espectro de acción del consenso es amplio y contempla varias posibilidades. Con
lo anterior estamos hablando si se quiere así interpretar de un consenso
comportamental, pero el que nos interesa, y paso previo a este, es el acuerdo
intelectual. Éste no entendido como el quehacer de ciertos pensadores “iluminados”,
sino como actividad propia de cada ser humano para crearse una idea de su
contexto y realidad.
Aquí la corriente liberal dirá que todos somos libres de
pensar lo que se nos venga en gana, que la gran mayoría de las sociedades y las
constituciones que las respaldan, no sólo respeta, sino que hasta en algunos
casos promueven la libertad de pensamiento y credo, a nadie se le puede imponer
una forma de pensar, ese fue uno de sus principales ataques al socialismo del
siglo pasado, la imposición de una única forma de pensar.
Entonces ¿cómo nos atrevemos a decir que en el reino de
la libertad, las libertades están coartadas? Entran aquí los instrumentos de
consolidación de consenso, que siguiendo a Gramsci son múltiples y variados;
van desde los extremos violentos como el ejército y la política, pero
atraviesan varios puntos inimaginables o inaceptables para el grupo en el
poder, por ejemplo la educación, las ya mencionadas leyes que sustentan un
sistema y hasta los patrimonios nacionales como museos y arquitectura.
Cómo ver eso en la hasta hace poco plácida y tranquila
elección presidencial en México, primero la descalificación constante a la
izquierda en todos los medios, en el espectro radio eléctrico nacional son
contadas las emisiones y publicaciones que se salen de la línea política, por
el contrario podemos observar que es casi un requisito para acceder a un canal
de televisión o poner en circulación un diario, el estar alineado con el
sistema, los ejemplos más visibles son Cadena tres o el periódico dirigido por
el chileno Pablo Hiriart, La Razón.
Hasta hace poco no había medios realmente independientes,
medios que no le hagan el juego al sistema en turno o al partido de su
predilección, propensión en la cual lo ideológico es lo de menos, claro debe
haber coherencia, pero lo que interesa es el intercambio de favores y dinero.
A la insipiente educación que se oferta en el país, la
cual es poco crítica, se le suman los medios de comunicación, tenemos entonces
dos de los tres principales medios de socialización del sistema político
funcionando en favor de las clases dominantes.
Para rematar con el consenso, en especial en esta época
han surgido las encuestas, esos instrumentos que miden la deformada opinión
pública y la intención de voto. Estos instrumentos se suman, porque si bien al
ciudadano se le mantiene en un estado de adormecimiento, por medio de una
educación de mala calidad, que no sólo no invita a pensar sino que oculta
deliberadamente contenidos, y por medio de los medios de in-formación, la
ingenuidad no es tan grande como para no ver que existen contradicciones en el
seno de la sociedad; personas que se benefician de los recursos del país, que
existen personas y empresas que no pagan impuestos, que la clase política tiene
salarios que nunca bajan de los cien mil pesos al mes, cuando el insultante
salario mínimo sube dos pesos por año. La gente como se suele decir, no se la
cala. Entonces entran otros medios de creación de consenso, en este caso las
encuestas ¿pero qué tienen las encuestas que no tengan los sesudos (sic)
comentaristas de los medios de in-formación? Lo que tienen es que están más
cercanas al campo de la certeza, al campo de la ciencia, en última instancia al
campo de la verdad (sic). Así la idea que venden los propios esquiroles de la
radio, la prensa y la televisión –y claro no todos, porque existen algunos que
sí se consideran poseedores de la verdad- es, a mí me puedes impugnar, porque
en última instancia es la opinión que tengo y externo como periodista, pero
cómo le refutas a la estadística, esa disciplina que desconoces y no entiendes.
Los instrumentos de consenso deben especializarse cada
vez más, si en algún momento el orden inamovible de las cosas lo dio la
religión, después los medios de comunicación y las leyes que son favorables a
un sistema, ahora y desde hace tiempo cierta parcela de la ciencia social
cumple dicha función, crear certeza, crear consenso.
Disenso, las redes
sociales
Si algo ha caracterizado esta campaña es el contrapeso
que han hecho dos actores que caminan de la mano, las redes sociales y los
llamados jóvenes del movimiento #Yo soy 132, digo llamados jóvenes porque una
vez que salieron a la palestra denunciado el favoritismo de las televisoras hacia
el candidato del PRI, se ha sumado a este movimiento un amplio espectro de la
sociedad, como lo deja ver en efecto las fotografías que aparecen en Facebook y
otros sitios de internet, donde madres y padres de universitarios, adultos
mayores, herreros, periodistas y un sinfín de personas en México y el
extranjero se han sumado a este movimiento que en efecto ha visto que no se
trata de desenmascarar al personal en turno, sino de ir al fondo de las cosas,
en este caso los medios que privilegian candidatos, ocultan corruptelas, apagan
conciencia, crean consenso, realizan juicios para los actores sociales y
políticos.
Las redes sociales se han mostrado en este sentido como
un contrapeso a los medios de in-formación, mostrando de manera abierta y sin
censura las relaciones existentes entre partidos políticos y grupos de poder. Estamos
frente a una “casi verdadera opinión pública” y no lo es del todo por el sector
reducido que participa en ella. El acceso a internet en México es de unos 40
millones de usuarios, lo que representa apenas la cuarta parte de la población
nacional. Además de que quienes tienen acceso a ella comparten ciertas condiciones
socio-cultural-económicas.
Pero si algo debe resaltarse de este ejercicio es el ingenio
con el cual se han mostrado los lazos de complicidad entre los diversos grupos
de poder del país, se alteran propagandas oficiales de los distintos partidos
políticos, en especial del PRI, para darle un doble y quizá verdadero sentido
al mensaje. Se han armado también comparaciones entre los candidatos y sus
“amistades” y colaboradores, siendo una de las más impactantes aquellas que
muestran los proyectos educativos, comparando al ex rector de la UNAM con la
lideresa vitalicia del SNTE.
“Ahora las noticias las damos
nosotros”
Las redes sociales y el movimiento estudiantil se han
alzado con la bandera de la información, se han mostrado, como lo ostenta una
pancarta como agentes de la información, creando disenso con la hasta hace poco
incuestionable información oficial, la cual manipulaba imágenes y encabezados a
su antojo, como quedó de manifiesto el día en que el candidato Enrique Peña
Nieto visitó la Universidad Iberoamericana y salió abucheado por sus
estudiantes. Al día siguiente, en una muestra de descaro los medios calificaron
como un éxito la visita del priísta a la universidad de orientación jesuita y
no obstante lo anterior descalificaron a los manifestante argumentando que eran
–la clásica- porros y acarreados.
Con lo cual se deja entrever que si se materializa el
triunfo del candidato del PRI se avecina una ola de lo que desde la psicología
social latinoamericana ha sido llamado un régimen de “mentira
institucionalizada” donde toda versión alterna a la oficial es descalificada,
censurada y en última instancia perseguida y repreimida, por atentar contra el
orden establecido.
Otro aspecto relevante de las redes sociales, muy a pesar
de que estén infiltradas por bots; personas
que se dedican a postear o tuittear como usuarios comunes, cuando en realidad o
están pagados por un partido o candidato o son simplemente son cuentas
fantasmas, automatizadas que emiten comentarios a favor o en contra de
determinado candidato. Pese a esto las personas reales que están(mos) detrás de
ese mundo virtual, nutren las redes de información en tiempo real, haciendo uso
de diversas fuentes, lo que convierte a los espacios como Facebook y Twitter no
sólo en grandes contenedores de información, sino en espacios de debate. Existe
entonces en estos medios, comunicación y no sólo emisores y receptores.
Son entonces las redes sociales las que dan la
información, porque por muchos esfuerzos que hagan los portales de los
periódicos en su versión en línea, aquí la información se actualiza segundo a
segundo, además de que convergen diversas corrientes de opinión. Están las
notas que se postean de otras páginas, pero también los comentarios que los
usuarios –aquí sí usuarios- emiten sobre esas notas u otros acontecimientos.
La alternancia en
“democracia”
México nunca ha gozado de una democracia sana, sin entrar
en discusiones acerca de lo que debe ser este sistema de gobierno, se puede
afirma que los mexicanos no la conocemos. Primero por las décadas de
autoritarismo y represión que se vivieron bajo los regímenes del partido que
ahora intenta regresar, modelo de democracia cuando en América latina se vivían
tiempos de dictadura, tan así que ha sido llamada dictablanda, pues si bien los militares no estaban al frente del
gobierno, las libertades estaban totalmente coartadas y casi como ahora sólo
existía una versión (oficial) de los hechos, los disidentes eran perseguidos,
desaparecidos y asesinados. A eso se le llamaba democracia, hasta que la
palabra se desgastó, vino una crisis del sistema de representación, el cual no
podía soportar más muertos votantes, más carros completos o ratones locos,
todas frases para referirse a las múltiples maneras de hacer fraude electoral y
mantener al régimen priísta en el gobierno. Cuando estas formas no fueron suficientes,
quema y desaparición de urnas, se recurrió a otra forma fraudulenta, la caída
del sistema; en 1988 se le cerró el paso a la izquierda en México. Desde
entonces se ha venido conformado un sistema bipartidista que simula la
alternancia, lo hizo en el 2000 y pretende hacerlo ahora en 2012, en este
alternancia simulada no hay especio nuevamente para el disenso, la democracia
que se ha construido y se avala en todo el mundo occidental es así, no hay
espacio para una alternancia real, lo que significa un cambio de modelo
económico y político, eso para ellos no es democracia, democracia es escoger
siempre dentro del abanico de la estabilidad política, democrático no es
alegarse del sistema que favorece a las élites y empobrece al resto de la
sociedad. Para ellos democracia no es votar por la izquierda.
P Hiriart no es de origen Argentino sino chileno
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