jueves, 22 de mayo de 2008

El nuevo intervencionismo yanqui Y el conflicto andino

En los último meses la región andina de Colombia y Ecuador, sumándose Venezuela han dado mucho de que hablar. El uno de marzo el ejercito colombiano claramente apoyado por inteligencia estadounidense dio muerte a una veintena de guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), entre los abatidos se encontraba el llamado numero dos de las FARC, Raúl Reyes.
De este ataque que violó la soberanía territorial ecuatoriana se ha desprendido la falsa hipótesis de que Hugo Chávez y Rafael Correa están no sólo relacionados con las FARC, sino que son sus patrocinadores, la acusación que mantiene Álvaro Uribe, incondicional de los Estados Unidos, se base en los ordenadores portátiles que se encontraron en el campamento de las FARC en Ecuador, ordenadores que ha ratificado la Policía Internacional (INTERPOL) -que no es difícil suponer quién la controla- que no fueron alterados ni modificados en la información que señalan a Chávez y a Correa como financiadores de las FARC.

El interés de los Estados Unidos por controlar la región ha tenido vaivenes, su máxima manifestación fue en el periodo comprendido de las décadas que van de los sesenta a los ochenta, donde patrocinaron grupos opositores a regímenes electos democráticamente y simpatizantes del socialismo soviético, pero principalmente cubano. Claros ejemplos de esto son el asesinato y derrocamiento de Salvador Allende en Chile y el financiamiento de los opositores al gobierno sandinista en Nicaragua. Hoy Chile se autodenomina socialdemócrata y Nicaragua es nuevamente sandinista, además de que da asilo político a Lucia Moret, la mexicana sobreviviente del ataque militar al campamento de las FARC.

América latina sufrió, a partir del derrocamiento de sus gobiernos por parte de los Estados Unidos, largos periodos de dictaduras militares, la excusa utilizada ha sido siempre la misma, el apoyo a la democracia, más detrás de este antifaz está la intención de poner gobernantes a modo que cumplan los intereses del imperio estadounidense.
El argumento lo siguen utilizando en Medio Oriente para robar el petróleo y en Latinoamérica para arremeter contra los peligros “populistas” de Evo Morales (léase gas) en Bolivia y de Hugo Chávez en Venezuela (léase petróleo), sin decir que estos países han aportando grandemente a la democracia, soberanía e independencia de la región.
Durante la década de los noventa las dictaduras latinoamericanas se sustituyeron por gobiernos “democráticos”, y en las últimas administraciones han llegado al poder gobiernos que se mueven hacia la izquierda como dice Wallerstein, quién esgrime por lo menos tres razones por las cuales se puede decir que los países de Latinoamérica se han movido en este dirección política, el primero y quizá el de mayor importante es la sana distancia que han buscado los gobiernos de la región en relación a las políticas estadounidenses, segundo, la revaloración de las clases populares e indígenas y su acceso al poder y tercero, caso emblemático de Paraguay, el resurgimiento y reencuentro de la teología de la liberación con la política gobernante.

Esta nueva tendencia de los gobiernos de izquierda en América del centro y del sur, tiene diferentes caras y matices, a la vez que agrupa a países tan disímbolos, como Argentina, Venezuela, Brasil, Bolivia, Paraguay, Ecuador entre otros.
Este viraje, que se ha tratado de llamar ola, pero que aun no concreta su unidad, con excepciones como el Banco del Sur, ha hecho que los Estados Unidos pongan nuevamente los ojos en la región, encontrando en Colombia a un gran simpatizante en su tarea, quien busca a toda costa un conflicto armado con Venezuela, apoyado por Bush, cuyo gobierno en este semana violó el espacio aéreo venezolano excusando que su avión en tareas antidrogas perdió el control.
Así lo que se busca demostrar con la vinculación Chávez – FARC es la excusa perfecta, como se hizo en el caso de Irak y se pretende hacer en Irán, de que el presidente de la República Bolivariana de Venezuela es financiador de terrositas, lo que permitirá una pronta incursión de los Estados Unidos en ese país para derrocar a Chávez.
El tiempo apremia pues en noviembre son las elecciones en Estados Unidos y G.W. Bush no quiere abandonar el poder sin ver desestabilizar la región y restarle poder político a Chávez que bien ha logrado expandir su influencia e ideas por diferentes países del sur y centro de América.

Sobre el daño y la intervención de los Estados Unidos en los países latinoamericanos en las décadas de los cincuentas a los ochenta presento este breve y modesto, pero claro documental sobre la injerencia del imperio del norte sobre los países del sur.










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