El primer espacio que tiene el hombre para expresar lo que siente y luego lo que piensa, son las paredes, recuérdese a los niños que hacen de las paredes un lienzo donde plasmar colores líneas y figuras amorfas. En esta primera manifestación viene la represión o la adaptación; la primera -que se hará una constante en el uso de las paredes para comunicar cosas- cuando los padres deciden que lo que ha hecho el niño está mal y hay que castigarlo por eso, la segunda, si los padres son más inteligentes, forran de papel las paredes para que el chico raye a su antojo.
De lo que se trata es de decir, de poner algo en el lugar más visible para todos, la pared, principio y fin del espacio.
Hay otro tipo de mensajes que se plasman sobre la pared, los de soledad que buscan compañía, como aquellos que encontramos en los baños públicos que anuncian cuerpos, caricias y encuentros, el clásico mensaje escrito en la pared o en la puerta del baño que deja un teléfono para que un curioso, aventado o urgido llame para tener relaciones sexuales o conseguir sólo una chupadita.
Para terminar con los ejemplos sería bueno hacer mención al pasaje de la película “Letras prohibidas: la leyenda del Marqués de Sade”[1], cuando al Marqués se le encierra por escribir atentando contra la moral de aquél tiempo, resuelve que su sangre será la tinta y la pared su papel, así demuestra que no hay impedimento para que otros sepan lo que quiere decir.
Las paredes en general, siempre que se tenga algo para escribir sobre ellas, sirven para comunicarlo, la publicidad de las tocadas o sonideros lo saben muy bien. Sin embargo la calle es un espacio público que como tal es de todos y de nadie, y debe ser por ende resguardado por todos y nadie; la policía en su “digna” labor se encarga de que nadie anuncie cosas sobre las paredes, así mismo los dueños de alguna pared, para evitar que algo se diga en ellas ponen el mensaje de “NO ANUNCIAR”, entonces aunque la calle es pública sus espacios están privatizados y no todos los mensajes son bienvenidos.
De lo que se trata es de decir, de poner algo en el lugar más visible para todos, la pared, principio y fin del espacio.
Hay otro tipo de mensajes que se plasman sobre la pared, los de soledad que buscan compañía, como aquellos que encontramos en los baños públicos que anuncian cuerpos, caricias y encuentros, el clásico mensaje escrito en la pared o en la puerta del baño que deja un teléfono para que un curioso, aventado o urgido llame para tener relaciones sexuales o conseguir sólo una chupadita.
Para terminar con los ejemplos sería bueno hacer mención al pasaje de la película “Letras prohibidas: la leyenda del Marqués de Sade”[1], cuando al Marqués se le encierra por escribir atentando contra la moral de aquél tiempo, resuelve que su sangre será la tinta y la pared su papel, así demuestra que no hay impedimento para que otros sepan lo que quiere decir.
Las paredes en general, siempre que se tenga algo para escribir sobre ellas, sirven para comunicarlo, la publicidad de las tocadas o sonideros lo saben muy bien. Sin embargo la calle es un espacio público que como tal es de todos y de nadie, y debe ser por ende resguardado por todos y nadie; la policía en su “digna” labor se encarga de que nadie anuncie cosas sobre las paredes, así mismo los dueños de alguna pared, para evitar que algo se diga en ellas ponen el mensaje de “NO ANUNCIAR”, entonces aunque la calle es pública sus espacios están privatizados y no todos los mensajes son bienvenidos.
[1] Inglaterra, 2000, Dirigida por Philip Kaufman, con Geoffrey Rush, Kate Winslet, Joaquin Phoenix, Michael Caine, Billie Whitelaw, Amelia Warner.
Que onda Makarius tu texto aparte de poético tiene un analisis bien chido sobre algo que vemos cotidianamnte pero poco observamos... la comunicación visual a través de informantes tan antiguos...la viejas y las nuevas paredes. Chido!
ResponderBorrar