El siguiente post, primero del año, será una reflexión que convine dos tipos de escritura que al pasar del tiempo he practicado, la primera por el tiempo de aparición es de tipo anecdótica o bitácora, una fórmula que he desarrollado por varios años en cuadernos y viajes, pero que una vez entró la otra, la del blog, la de denuncia, crítica, perdió lugar.
Sin embrago con ocasión del video de aparición del Ejército Quintanarroense de Liberación Popular donde realizan sus demandas y quejas ante el gobierno local de ese estado mexicano y con mi reciente llegada de aquel lugar se presentan como oportunidad inigualable para la convivencia de estos dos estilos con los cuales me he expresado en búsquedas distintas quizá, pero montado en el mismo vehículo, aquel que siempre viste en blanco y negro y le resulta de sobremanera difícil retractarse de los dicho.
La escritura ya había comenzado desde el viaje, como ya lo he dicho me es frecuente la narración de lo diferente, hecho cuestionable porque si ya no hay diferente en la ciudad es porque la vida se ha hecho cotidiana, así el relato en pluma y cuaderno comienza desde Mérida, con su comida típica, con su gente, con sus calles y lugares aledaños. En esos camino debe el ligero paso que separa Yucatán de Quintana Roo, lo hicimos vía Chichén Está – Tolú, llegamos con la noche a esta hermosa playa de Caribe mexicano, los precios de las cabañas o lugares para camping excedían el presupuesto contemplado para dormir en la arena por la libre, arreglamos una noche de manera “clandestina” con el cuidador de uno de los hoteles lujosos de Playa Maya, playa pública, le dimos $30 pesos y ahí quedamos esa noche que ya traíamos encima. A la mañana siguiente con un viento que contoneabas las muy ligeras paredes de la tienda de campar nos hicimos a un lado. Sobre la arena libre pusimos nuestro pasajero lugar para dormir, pasamos el día nublado en la playa, fuimos después a comer al pueblo en transporte público y regresamos sólo para escuchar la querella de uno de los empleados de seguridad del hotel que una noche anterior nos acogía en secreto para decirnos que el lugar que habíamos escogido por abandonado que pareciera era parte aún del hotel.
El transporte en Tolú llama la atención por cuanto el principal es el taxi, según nos dijo un taxista el camión está prohibido para andar en el pueblo, porque las calles son muy chicas y el camión se ve feo, por ello hay que pagar un pasaje de $45 para ir al pueblo y otro del mismo precio para volver a la playa.
La noche venía otra vez y teníamos que movernos a un lugar no privado de la playa, así nos lo pareció un pequeño rincón de arena protegido en forma cavernosa por un árbol, asentamos ahí la tienda y en breve pasó un chavo de cabello largo, rubio y rizado con una XX Lager en la mano, me preguntó que quién me había dado permiso de ponerme ahí, le conteste que nadie, que no sabía que debía pedir permiso, me dijo que me moviera de ahí porque era propiedad privada, después se fue a una camioneta camper que estaba a unos cien metros prendió el motor y comenzó a sonar psicodélica trance. Ni hubo más remedio que ir a un campamento a pagar por poner la tienda y tener baño y regadera.
En la noche la fogata abrigaba a varios nacionales y extranjeros que al otro calor, el de las chelas y los porros, comenzó a despotricar por los precios de las taxis, de la comida en la playa y el transporte al pueblo.
Remato diciendo, por falta de tiempo y dedicación que algunas frases del primer comunicado del Ejército quintanarroense de Liberación Popular son palpables para un efímero viajero que pise ese estado, sea ésta nacional o extranjero. Sobre todo el reclamo de la dedicación absoluta del gobierno local al desarrollo turístico, convirtiendo a uno de los estados más bellos de México en territorio de vulgar diversión para extranjeros primermundistas, principalmente estadounidenses.
jueves, 14 de enero de 2010
EQLP ¡YA BASTA!
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