viernes, 18 de febrero de 2011

Pequeñas minucias

La doble vía: cuando se regresa de un viaje hay cosas que resultan extrañas, los pequeños cambios acaecidos en las personas sólo son perceptibles en la lejanía del tiempo, que si fulano de Abraham subió algunos kilos, que si se terminó aquel puente o esta vía. Quien ausente se encuentra no observa el proceso, sólo la culminación o el estado actual de las cosas. Sin embargo noticia tenía ya del distribuidor vial del norte de la ciudad, el de Tlalnepantla, el que construyó como mega obra propagandística el más notable de los presidenciables, Enrique Peña Nieto, el que ganó hace cinco años las elecciones en el Estado de México por ser guapo, por tener un copete inamovible, como en efecto sigue hoy.

Pero si a la construcción de una obra similar en la ciudad de México la criticaron de populista a Peña Miento no se le criticó ni por la construcción ni por el impopular cobro por el uso del distribuidor vial. Resulta por demás curioso que apenas pasando el anunció de Feliz Viaje, vuelva pronto Ciudad de México, el estilo personal del gobernante mexiquense se manifiesta. Obras que entorpecen el tráfico en beneficio de quién, de aquellos que pueden pagar el peaje del distribuidor. Por momentos se puede olvidar que hay dos vías pues justamente una va por encima de la otra, fuera de la vista del conductor, que si acaso ve los anuncios de que compre la tarjeta, que ir por arriba es mejor y es más rápido, pero ¿por qué no hacer una obra que beneficie a todos por igual? ¿Por qué una obra para aquellos que la pueden pagar? En los pequeños detalles en el quehacer cotidiano se relevan los planes políticos y personales de cualquier administrador público. Si hubiera duda en algún momento la vía que bien podría ser de seis carriles de ida y vuelta es de tres de ida y vuelta libre y tres de ida y vuelta de cuota, dejando al descubierto el descaro de lo que se podría hacer en beneficio de todos y se hace sólo para aquellos con lo pueden pagar.

¿Provocaciones estadounidenses?: en cuanto leí la nota de que dos agentes antidrogas estadounidenses fueron atacados en una carretera del norte del país me sorprendió la ingenuidad (sic) de las autoridades de nuestro y aquel país, cómo mandar dos agentes gringos antidrogas a recorrer las carreteras del norte del país, donde se libra en efecto una guerra entre los cárteles de la droga y las supuesta autoridades estatales y federales contra aquellos. Pero pronto pasé de la incredulidad a la sospecha, ya que según notas periodísticas estas personas no sólo viajaban en una camioneta de lujo sino que además la camioneta tenía placas de la Secretaría de Relaciones Exteriores. ¿Ingenuidad? ¿Carnada? ¿Provocación?

Esto a colación, sólo por si no queda clara la idea, por las declaraciones de la Secretaria de Estado norteamericana Hilary Clinton y la encargada de seguridad nacional estadounidense Janet Napolitano, de que si la guerra provocada por los cárteles de la droga tocas las puertas de la frontera norte no se dudaría ni un momento en enviar soldados a invadir-colaborar con el gobierno mexicano.

“Más vale pedir perdón que…”: después de que la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de Educación junto con integrantes de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca hicieron retroceder a la policía militar desplegada por la visita, non grata, del presidente (sic) Felipe Calderón a la tierra del barro negro y el mezcal, el gobernador recién electo del estado Gabino Cué acepto disculparse de manera pública ante los manifestantes por el comportamiento de las organizaciones policiales a su cargo.

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