México vive un cerco mediático inmenso, las dos grandes televisoras hoy en día confrontadas con el hombre más rico del mundo, lavan cerebros, realizan candidatos, justifican problemáticas, ocultan, tergiversan acontecimientos, en suma desinforman, esa es su gran labor, mantener al ciudadano promedio alejado de su cada día más putrefacta realidad, cada cinco minutos un pobre más desde que Calderón hizo fraude electoral, cada día un promedio de treinta muertos derivados de la guerra contra el narcotráfico, dietas millonarias para servidores público, corrupción al por mayor y de colofón impulsan un modelo de belleza y estilo de vida ampliamente occidentalizado. Los noticiaros están plagados de chismes baratos del espectáculo y de infomerciales, su programación es absurda, se realizan juego donde se desperdicia la comida y donde la carne de las edecanes se presenta como blanco principal de atracción.
A este tipo de distracción grotesca no se le llama censura aunque de facto lo sea, los medios poco informan de la situación real del país, una manifestación del sindicato de electricistas se convierte en un problema vial, el fraude electoral desaparece de las pantallas, la lucha contra el narcotráfico es sólo un recuento diario de muertos, nunca un análisis serio, meticuloso del porqué las cosas se dan así. La noticia se vacía de contenido y se convierte en un chisme.
Por ello la gente que busca ampliar en información y que tiene los medios para conseguirla, va a internet, a la prensa a semanarios, pero no se pude dejar en el desampara informativo a grandes sectores de la sociedad, por ello desde hace unos cinco años tal vez han surgido una serie de películas documentales que tratan de romper el cerco y estas sí son enlatadas, censuradas y demás, los casos más conocidos de estos últimos tiempos son claro está la Ley de Herodes, Fraude, Bajo Juárez, El infierno y ahora presunto culpable.
Sobre Presunto culpable sólo baste decir que supera todo imaginario, no se trata de mostrar aquello que ya todos sabíamos, las cárceles están hechas para los pobres y el sistema judicial es torpe e inoperante, adecuada para quien puede sobornar a las autoridades y avistarse ser juzgado por personajes como los que muestra el filme y he aquí el punto en el que deseo reparar. Los personajes son un molde de su profesión, los policía judiciales con toda su desfachatez y amplia personalidad de judicial, ignorancia, desvergüenza, cumpliendo órdenes. El juez y la persona adjunta del ministerio “haciendo su trabajo” el cual no saben ni cuál es ni cómo se hace, sus rostros muestran ignorancia (en el sentido de desconocimiento) y su persona encarna a la burocracia más obsoleta del sistema, por último y testiguo que no atestiguó nada y acusa sin fundamento.
La realidad supera toda ficción y ningún actor podrá jamás suplantar la actuación real de estos personajes incrustados en nuestro imaginario colectivo sobre lo que es un policía judicial y un juez de ministerio público।
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