Hace unos quince días se hizo famoso el caso de otro poeta en México (Efraín Bartolomé), por supuesto no por su quehacer literario, sino porque las supuestas autoridades de justicita estatal (del Estado de México, de cuyo gobernador no quiero acordarme) irrumpieron de forma violenta en su hogar en busca del líder de la organización criminal “la mano con ojos”.
Hombre ligado a las letras y a ciertos medios de comunicación, pudo sacar a la luz pública su caso, mismo que se aprovechó por otros ciudadanos, no poetas, ni vinculados a las letras, ni a los medios de comunicación, para denunciar irregularidades por el estilo.
Así las noches en este país se están convirtiendo en pesadillas.
Mientras tanto en el Senado de la República se discute la ley de seguridad pública, aquella que intenta justificar lo que en los hechos ya ocurre: irrupciones violentas en domicilios de inocentes, robos durante los operativos sin orden de allanamiento ni de detención.
A eso llaman justicia, porque es la única forma en el que estado sabe hacerlo, con violencia y violaciones a los derechos humanos, a la tranquilidad de la gente.
De esta manera el miedo va entrando en la conciencia de la población de poco a poco, si antes la calle era segura y ahora ya no lo es, los domicilios comienza a dejar de serlo, aquel lugar privado por excelencia es invadido por el estado y sus supuestos grupos policiales y militares, que se aferran a negar que esto es un guerra, pero lo es, es un enfrentamiento contra la ciudadanía, la cual está urgida de organización social, de comunicación, de medios alternativos y comunitarios que hablen de los casos no reportados por lo grandes monopolios o de aquellos abusos que no ven la luz por no tener el contacto con los medios.
“Tras fuerte golpe a la puerta, la casa se llenó de hombres armados”
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