“Cada año, el 15 de septiembre a las once de la noche,
en todas las plazas de México celebramos la Fiesta del Grito;
y una multitud enardecida efectivamente grita por espacio de una hora,
quizá para callar mejor el resto del año.”
O. Paz
Una vez pasado el informe a modo que tuvo Calderón; entregó su resumen de actividades a la Cámara de Diputados y se fue, sin esperar a que se le diera contestación por parte del Legislativo, contestación que por cierto se sacó del aire, una prueba más para aquellos que dudan de la ilegitimidad del “señor presidente”, quedó claro que en México la política y el sistema democrático se vive en la esfera más alta de la clase política, el mensaje a la nación se televisó desde el Palacio de Gobierno, donde estaban los amigos y simpatizantes de Calderón (nuevamente pregunto, ¿el mensaje es para la nación o para los allegados del presidente?), donde nadie le criticó nada, y donde fue interrumpido 28 veces por la ovación de los asistentes.
Para el 15 de septiembre viene una prueba más difícil, el grito de independencia, ¿tradición o institución? (léase sociedad o gobierno). La presidencia ha llegado a acuerdos con la Cámara de los “representantes”, pactos que de facto fueron burlados, ¿pero ha intentado establecer diálogo, acuerdos, con la sociedad?. El 15 de septiembre es una fiesta popular, la gente sale a las calles en ese ánimo de festejar que ya retrataba Paz hace cinco décadas, y transforma una celebración institucional, en una festividad popular. Quizá tiempo atrás no importaba quien estuviera en el balcón del Palacio de Gobierno dando el grito, lo que sí es un hecho es que Vicente Fox tuvo que salir de la capital para dar un grito más a modo en Guanajuato en el último año de su mandato. ¿acaso temía alguna reacción de la ciudadanía?. Por su parte Calderón dice que él encabezará la ceremonia del grito, se asume, al igual que sus predecesores, como el guía de la festividad, como quien da el banderazo de salida al festejo, pero como decía Fox en campaña “despierta México”, si el gobierno y la política en nuestro país se hace en las altas esferas del poder, la sociedad civil, no debería permitir que el Estado se entrometa en las actividades que la sociedad desarrolla, transforma y hace propias, así un punto fundamental sería hacer una breve revisión sobre lo que es la Sociedad Civil y cuál es su función dentro de la esfera del gobierno, ya que se plantea, por ejemplo Bobbio, que un Estado es totalitario cuando la sociedad civil es absorbida por completo por el Estado, y más que la sociedad civil, su voz, esto es lo que se llama opinión pública.
Las concepciones son varias con respecto al tema de la sociedad civil, las más importantes y conocidas son las de Hegel y Marx, quienes definen a la sociedad civil como un ente no-estatal, y bajo esta definición se puede entender lo no estatal, como pre-estatal, (piénsese en las teorías contractualistas) anti-estatal, (la posición marxista) y post-estatal; cada una de las cuales requeriría una explicación amplia para que se comprenda cabalmente, sin embargo lo que es valioso rescatar de esta definición negativa de la sociedad civil, es verla como un ámbito social y político, este punto suele olvidarse comúnmente.
Lo dicho hasta aquí es que, definir una cosa negativamente, es hacerlo en los términos de lo que no es, Bobbio, hace una definición positiva de la sociedad civil: “el lugar donde surgen y se desarrollan los conflictos económicos, sociales, ideológicos, religiosos, que las instituciones estatales tienen la misión de resolver mediándolos, previniéndolos, o reprimiéndolos.” (2006, p.43), esta definición se acopla perfectamente a aquel dicho que supone que “la sociedad se crea por nuestras necesidades y el Estado por nuestras maldades.” Entendida así la sociedad civil, no solamente es un ente no estatal, sino uno dinámico y con vida propia, diferenciado a su vez de la sociedad política, que sería a grandes rasgos un sector de la sociedad civil, que se ocupa con un pie en la institucionalidad y otro en la sociedad civil de hacer política, aunque suene reiterativo, formal, o institucional.
El punto fundamental a rescatar de esta breve exposición sobre la sociedad civil y el papel que debería jugar como actor principal de la democracia, y supremo detentor de la soberanía nacional, es que en México, no obstante su brutal crisis de representatividad, el Estado se postula como uno totalitario, absorbiendo a la sociedad civil en sí mismo e imponiendo una opinión pública, arrebatando en el caso concreto de la festividad del fin de semana el carácter popular de la verbena, llevándola a las arcas del Estado y retratando una visión, vía los medios de comunicación, institucionalizada y legitimadora encabezada por el “presidente” de lo que es la fiesta de la independencia y cómo se festeja, sin tomar el ángulo en que se observa, nuevamente un desplegado de seudo militares, que ya desde hoy -martes 11- colocaban vallas a una considerable distancia del Balcón Presidencial.
Una fiesta que durante años ha tenido un carácter popular, el Estado la quiere asumir como propio, ignorando a los conformes y a los inconformes, absorbiendo la festividad y dando una cara única del Grito de la Independencia.
Si Calderón no diera el grito, la gente de igual manera saldría a las calles, dado que la calle es el espacio público por excelencia, inicio a la vez de toda acción social y política; si el Estado toma las calles militarizándolas para mantener un “orden” en la fiesta de la independencia, hace privado aquello que es público, se mete en todos los recovecos de la sociedad civil, no porque imponga una opinión pública, vía las televisoras y sus filiales en radio, sino porque demostrando con lujo de soberbia que es el concesionario de la violencia, acapara las acciones propias de la sociedad civil.