A decir verdad tenía nutridas reservas acerca de que un nuevo organismo diferenciado de la Organización de Estados Americanos se conformara, sobre todo sabiendo que México era el país anfitrión, y no por el país, pues ya se ha escuchado en múltiples ocasiones que los pueblos de “nuestras naciones hermanas” son muy diferentes a sus dirigentes, es por éste último hecho por el cual dudaba, por la escasa autoridad moral que tiene Felipe Calderón para hablar en esos foros, ya que por desgracia México ha perdido su lugar preeminente ante los ojos de América Latina; ya no es nacionalista, la ayuda internacional para el establecimiento de gobiernos de izquierda quedó ya muy lejos en los setenta y ochenta del siglo pasado, el país pujante económicamente también se lo comió el tiempo y las constantes devaluaciones del peso, y qué decir en política, fraude tras fraude para impedir que México siguiera en la vanguardia, pues si en el 88 se hubiera respetado la “voluntad popular” habríamos comenzado el camino de izquierdización de la región con una década de antelación, no fue así, hoy por el contrario somos uno de los bastiones más importantes y consolidados de la derecha en América latina, seguidos por supuestos de Colombia, de Perú y Costa Rica.
Pero la firma del acuerdo se dio y la región sigue en la creación de sus organismos propios, Banco de Sur, Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y la ahora recién creada y provisionalmente bautizada Cumbre de Unidad Latinoamericana y del Caribe, en la vanguardia se mantuvieron Venezuela y Bolivia principalmente, el presidente de este último país, Evo Morales visitó la ciudad de México para regocijo y esperanza de los latinoamericanistas mexicanos, si es que la expresión cabe.
Morales paseó por la ciudad sin dejar de visitar y hacer una “guardia de honor” en el hemiciclo a Juárez el primer presidente indígena de México y América, claro que esta aseveración tendría sus matices por cuanto la raza no es compromiso de que esa persona va a defender a sus iguales una vez llegado a poder, o buscar la igualdad entre la diversas etnias o grupos de la sociedad, esto se lo podemos preguntar al propio Barack Obama.
Morales Ayma estuvo en Coyoacán hablándonos a todos como hermanos, relatado la experiencia de pasar de la resistencia al ejercicio del poder. Del acto se colgaron algunas organizaciones de indígenas, pero también partidos políticos y hasta el propio delegado de Coyoacán a quien por fortuna no escuché, pero de quien sí me comentaron que abuchearon y con toda la razón, lo mismo que a la senadora defensora de los derechos humanos (sic) Rosario Ibarra de Piedra. En las imágenes también podía verse a Martín Esparza y a Alejandro Encinas.
Como preámbulo a las palabras de Evo Morales llegó el discurso del embajador de Bolivia en México el también poeta Jorge Mansilla que con un tono cadencioso habló de las actividades del “compañero presidente” en México, habló nuevamente de Juárez y de la esperanza que cargan consigo los pueblo originarios del área andina, pero también los de México y el resto de la región. Sin ser tan directo como lo fue Evo después, se preguntaba Bolivia se ha liberado y México cuando, ante tal cuestionamiento sólo se escuchaban rechiflas, aplausos y suspiros ahogados de ilusión, pero así hemos demostrado ser, sólo una manifestación ruidosa sin orden ni futuro, desarticulada, pasivamente escuchadora y que después se va a casa sin cambiar si quiera en lo más pequeño e insignificante, para esto no hay fórmulas y cada quien es consiente de lo que puede hacer.
En la cumbre de Río todo fue diferente ni este presidente Aymara, ni ninguno otro reparó que esteba en uno de los primeros lugares de contacto de los españoles en América, por Cozumel y Cuba se paseaba Hernán Cortés ya por 1517 destruyendo ídolos son haber si quiera ganado la batalla. Tampoco alguien se preguntó por qué allí en la Riviera Maya la economía está dolarizada. Los 33 presidentes de América Latina y el Caribe estuvieron en sus hoteles sin mirar sus alrededores. Se quejaron del golpe de Estado en Honduras y de los “siete puñales” que significan las bases gringas en Colombia pero no de esa gran espada que atravesó Quintana Roo hace años.
Aun con el asombro de muchos, por las diferencias políticas en la región, la firma del acuerdo se dio, una organización de estados americanos sin Estados Unidos. Qué significa esto para nosotros: que seguimos otra vez lo pasos de Europa, que la unidad de la región pensando de manera geográfica, se puede dar aun a pesar de las diferencias políticas internas, que se busca hacer contra peso al imperio norteamericano, que reconocemos que algo nos une, pero que no sabemos qué es.
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