jueves, 7 de febrero de 2008

Sobre la soberanía alimentaria

La abuela Xmucané tomó del maíz blanco y del maíz amarillo
e hizo nueve bebidas que entraron de comida
de la que salió la carne y la gordura del hombre, y de esta misma
comida fueron hechos sus brazos y sus pies.
De maíz formaron los Señores Tepew y K´ucumatz
a nuestros primeros padres y madres.
Popul wuj
Se cumple apenas una semana de la mega marcha en contra de la apertura del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) y el tema de la soberanía alimentaria toma vuelo, trama que se comenta por primera vez en el año de 1996 en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, encuentro que se planteó por objetivo principal la erradicación de la hambruna en el mundo para el año 2015, meta que observando el desarrollo de las políticas neoliberales, ahora sobre la alimentación, se mira muy lejana; este dato lo saco a colación para aquellos intelectuales del sistema que ahora critican y dicen que los campesinos se espantan ante esta apertura que fue pactada por uno de los presidentes con peor reputación en la historia reciente de México, Carlos Salinas de Gortari, hace ya 14 años, y que según ellos en su momento no repararon en el acuerdo.

Todos tenemos una idea más o menos clara de lo que es la soberanía, pues en la escuela primaria nos dice que México es un país libre y soberano o que en la democracia la soberanía recae en el pueblo. Considero que estos ejemplos son claros para explicitar dos sentidos de la soberanía, el interno y el externo, vamos con la breve, pero siempre necesaria definición del tema sobre el que hemos de hablar.

Soberanía
La soberanía en su mínima acepción puede ser entendida como el poder supremo o máxima autoridad, sea de un pueblo –carácter interno- o de una nación –carácter externo-. Ambas consideraciones en íntima relación con la democracia, en el sentido del ejercicio del poder u organización del gobierno. Así la soberanía interna se refiera al ejercicio del poder del pueblo sobre su territorio y sus bienes. Mientras que la concepción de soberanía externa es interpretada como la capacidad de una nación de actuar con independencia de otras. Para no hacer el cuento largo, el hace catorce años firmado TLCAN y en general toda política neoliberal viola ambas acepciones de soberanía, pues quita el poder y mata de hambre al pueblo y tuerce el brazo a naciones enteras.

Pensando que podría tomar mayor claridad el sentido de defender la soberanía alimentaria, expondré mis razones por medio de una hipotética, pero no muy ficticia alegoría.

Alegoría del sin maíz no hay país

Pasó el uno de enero del dos mil ocho como pasan todos los años, el Tratado de Libre Comercio con América del Norte entró por la frontera de la misma dirección sin mayores complicaciones que una mega marcha en jueves; acostumbrada y no desbordada por las dimensiones propias de la ciudad, la manifestación no llegó más que a demandas pintadas en las paredes del centro de la ciudad, basura que los barrenderos que correteaban la marcha pusieron en su lugar, tractores que de por sí faltan al campo nacional quemados a los pies del icono más exquisito de la lucha del pueblo. No habían pasado siquiera tres años y comenzamos a comer maíz para marrano gringo, en el cotidiano del mexicano no había ya tantos pedos pues el fríjol importado no era tan bueno como el nacional, se levantaron algunos museos sobre la agricultura y los movimientos armados, sin maíz, sin su base social, sin su pueblo se vieron callados, no sin lujo de violencia.

Entrando en la segunda década del año dos mil y con la recesión prolongada y por entonces inminente caída de la economía estadounidense, Estados Unidos decide cobrar la deuda a México, nuestra nación siempre oprimida por aquella, se encuentra en peores condiciones económicas y declara como descaradamente dice el dicho, “debo no niego, pago no tengo”, enfurecido el gobierno de termineitor decide invadir México, el pueblo mexicano acostumbrado a luchar resiste la feroz ofensiva, no hay ataques aéreos, no hay armas de destrucción masiva, se acabó la economía de la guerra, sólo les queda luchar cara a cara, consecuencia de esto pierden la contienda, el mexicano que nunca había visto ganar a México sobre Estados Unidos ni el fútbol, se regocija de alegría, una década atrasada está celebrando el bicentenario de la independencia, siente que lo ha logrado, ha vencido al país del norte, la gente se siente Pancho Villa, con el ánimo en alto y la sonrisa en la cara llega a la quincena con ganas de taco para celebrar enserio, se dirige al mercado con el dinero en las bolsas, ha ganado la batalla. Algunas semanas después, la excitación comienza a bajar, las familias no tienen que comer, los gringos han dejado de exportar maíz, han ganado la guerra.

2 comentarios:

  1. Anónimo12:32 p.m.

    k bacan es lo k estan asiendo

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  2. Anónimo11:28 a.m.

    No al TLC en colombia !!! ustedes hacen que el pueblo vea como son las cosas. Pero que hacemos con un pueblo que camina pa´delante y un gobierno que camina para tras ...

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