miércoles, 4 de junio de 2008

El debate y la consulta

Después de tomadas las cámaras, movilizaciones de “adelitas” y pronunciamientos de algunos grupos guerrilleros (no se lea EZLN), el Senado de la República cedió a la presión del FAP –en especial a una de sus corrientes- y organizó una serie de debates que tendrán una duración de 71 días, donde se discutirán las múltiples propuestas presentadas por investigadores, gobernadores y expertos en el tema; sin embargo la idea del debate en una democracia donde la toma de decisiones está centrada de una oligarquía (recuérdese a Aristóteles cuando dice que una oligarquía es el gobierno de pocos y malos) no tiene ningún efecto sobre el futuro de la propuesta de ley, ya que los legisladores y gobernantes sólo conocen una razón y es la de su conveniencia, así el debate es sólo un circo de sordos donde razones y sin razones valen lo mismo, aquí un ejemplo.

En un artículo publicado por
El Universal el día 10 de abril de 2008 se dice que la bancada panista de la Cámara de Diputados recibió vía correo electrónico “línea” sobre lo que deben decir, hacer, aceptar y negar acerca de la reforma energética propuesta por Calderón, misma que se acordó desde el CEN del PAN que se apoyaría irrestrictamente. Estás “líneas discursivas” están en estricto apego a la proclama de Georgina Kessel, de las cuales es conveniente mencionar por lo menos dos; se alega en esta invitación a no pensar a los diputados del PAN que digan sin siquiera cuestionárselo, que la Reforma Energética no es ni privatizadora, ni cede la soberanía. Así los militantes, simpatizantes y adherentes a Acción Nacional no tienen fundamentos propios para debatir.

Para continuar con la crítica al circo de sordos (y locos) que sólo profundiza la (crisis) nula representatividad que existe en México de los intereses y soberanía popular, podemos rescatar la división que plantea Bobbio en su libro el futuro de la democracia en cuanto a representación política y representación de intereses se refiere, en este breve apartado el politólogo italiano dice que en una democracia procedimental el representante electo por la minoría mayoritaria debe ser, no obstante quien lo haya apoyado, representante de toda la nación o sociedad
[1], en la teoría así debe ser pues el representante vela por el interés general y de la mayoría, no así en la práctica, mucho menos en un país tan dividido como lo es México.
Cuando un representante de los intereses de la nación persigue exclusivamente los propios y/o la de su grupo de allegados la representación política pasa automáticamente a ser representación de intereses.

Sobre la consulta ciudadana

El debate que se realiza en la Cámara de Senadores vuelve a ser un ejercicio “democrático” de la oligarquía nacional, ya que en su mayoría están invitados a participar personalidades de la clase política, mientras que la sociedad sólo tiene acceso al él por medio de la televisión, sea por el canal del congreso, los noticiaros o los llamados programas de análisis donde participan exclusivamente intelectuales del sistema y seudoperiodistas.

Mientras tanto en su participación en el debate sobre la reforma energética Marcelo Ebrad, Jefe de Gobierno del Distrito Federal propuso que se realicé el 27 de julio una consulta ciudadana en la entidad que él dirige para conocer el sentir de la población capitalina con respecto a la reforma calderonista.
Ante la propuesta del Capitalino no se han hecho esperar las reacciones, los mandatarios locales perredistas no ha fijado postura en relación a la consulta, mientras que 11 gobernadores, siete priístas: Enrique Peña Nieto del Estado de México; Eugenio Hernández Flores de Tamaulipas; Jorge Carlos Hurtado de Campeche; Ivonne Ortega Pacheco de Yucatán; José Natividad González Parás de Nuevo León; Eduardo Bours Castelo de Sonora y Andrés Granier Melo de Tabasco. Y cuatro panistas: Francisco Garrido Patrón de Querétaro; Marco Antonio Adame Castillo de Morelos; José Guadalupe Osuna Millán de Baja California y Juan Manuel Oliva Ramírez Guanajuato, se han manifestado en contra.
A este respecto el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto ha dicho que él se opone a la consulta porque es un tema que está revisando la Cámara de Senadores, además que de que no se debe intentar legislar a través de consultas ciudadanas (sic). Ante esta postura resulta conveniente recordar los planteamientos de
Enrique Dussel sobre la fetichización del poder, esto es lo que sucede cuando un representante de la nación y de la soberanía popular se considera él fuente de poder y de soberanía, olvidando que sólo es un receptor y representante del mandato del pueblo[2].
Sumándose a estas posturas desorbitadas en contra de la consulta popular, ayer el presidente de la Cámara de Senadores Santiago Creel dijo “no vamos a permitir que se eche a perder una reforma tan necesaria”. Mientras que el titular de la Secretaría de Gobernación el siempre recto y legalmente exonerado por tráfico de influencias, se conformó con decir que el referéndum y los métodos de consulta ciudadana no están contemplados por la constitución y por ende fuera de la ley.
Posturas a favor postura en contra lo cierto es que el integrar mecanismos de participación ciudadana siempre será bien recibido en un país carente de democracia, sin embargo ahora la interrogante es quién va a garantizar el respeto a los resultados de dicha consulta. ¿El IFE o el PRD? Para el caso es lo mismo ambos han demostrado que no saben contar votos.

[1] Cosa que de facto es incorrecta pues cómo alguien con el cual no coincido ideológica y políticamente ha poder hablar y postular leyes en mi beneficio cuando los formas de concepción son, sino contrarias, cuando menos sí distintas.
[2] Esta postura sin embargo no deja de ser de la democracia representativa.

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