lunes, 31 de marzo de 2008

Expropiación petrolera y privatización de PEMEX

…la existencia del propio Gobierno se pondría en grave peligro,
pues perdido el poder económico por parte del Estado,
se perdería asimismo el poder político produciéndose el caos.
Fragmento del discurso expropiatorio del Gral. Lázaro Cárdenas

El 18 de marzo México celebró el septuagésimo aniversario de la expropiación petrolera y creación de Petróleos Mexicanos (PEMEX), a la par de esta celebración histórica se plantea desde el ejecutivo nacional una “reforma energética” que permita el tan aclamado y postergado desarrollo nacional. Sobre el asunto hay por lo menos cuatro posiciones de actores muy disímiles.



La primera encabezada por el gobierno de Felipe Calderón y el Secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño plantea tibiamente -ante la opinión pública- la privatización del petróleo nacional, cosa que parece una broma o una de esas realidades que sólo suceden en nuestro país, pues estos hombres no faltos de memoria, pero sí inconcientes del alcance de la misma, hacen planteamientos que
contravienen la voluntad popular, no quiero hablar aquí con la voz de ella, sin embargo sí me atrevería a decir que la desfachatez de estos personajes ávidos de poder y dinero es conocida por la gran mayoría de la sociedad mexicana, lo que hace especular que estos hombres no están pensando en el futuro de México sino en el beneficio que dicha privatización les traerá aparejado.
Además el disfraz de una “reforma energética” pierde fuerza ante el argumento de privatización cuando se observa que en la reforma no se está contemplando la investigación e implementación de fuentes alternativas de energía, por ejemplo la eólica, hidráulica o solar, ¿por qué poner el énfasis en el “tesoro de las profundidades” cuando existen otras fuentes con mayor futuro y más sanas para el globo terráqueo?

La postura de Cárdenas hijo

Otro enfoque sobre la disfrazada privatización del petróleo mexicano, es el planteado por el Ingeniero Cuauhtemoc Cárdenas, hijo del general y ex presidente que en 1938 tomó la dedición de expropiar maquinaria, edificios, oleoductos, refinerías y vías de comunicación a más de una decena de empresas estadounidenses que desacataban el fallo de la Suprema Corte de Justicia a favor de la huelga de trabajadores.
Parece que Cárdenas hijo sólo ha salido al paso por el parentesco con el ex presidente; la propuesta que maneja no sabemos si está con Acción Nacional o con el partido político que creó a raíz del fraude presidencial que cometieron en su contra en 1988; sus planteamientos son de remodelación pero no de privatización de la empresa que por años ha llenado los bolsillos de los gobernantes en turno – PEMEX paga en impuesto cerca del 60% de lo que produce- esta idea resulta muy parecida a la que tienen los priístas, más si algo ha caracterizado el discurso del denominado líder (in)moral del PRD ha sido su llamado poco enérgico pero acertado a que se hable de frente a la sociedad sobre lo que contiene la reforma energética, ya que la Secretaría de Economía y el Ejecutivo Nacional de anuncios e imágenes propagandísticas no ha pasado.

La expropiación petrolera de 1938

La acción expropiatoria dictada por el ex presidente Lázaro Cárdenas del Río desencadenó una respuesta inusitada por parte del pueblo mexicano, quien en el afán de cubrir el pago compensatorio a las compañías extranjeras y atendiendo al llamado de solidaridad del presidente donó todo cuanto tenía de valor, desde gallinas hasta relojes de oro, “pido a la nación entera un respaldo moral y material suficiente para llevar a cabo una resolución tan justificada, tan trascendente y tan indispensable” dictaba Cárdenas el 18 de marzo a las 10 de la noche.
Cuenta Jaime Avilés, periodista y escrito mexicano, que ya para el día sábado 26 de marzo a sólo ocho días del decreto expropiatorio la sociedad mexicana había donado en dinero, bienes personales y en especie -estos últimos eran subastados en la explanada del Palacio de Bellas Artes- más de 260 mil pesos, equivalente a 72 mil dólares en el tipo de cambio de aquella época, la suma que las empresas extranjeras, encabezadas por una representación gringa y británica, exigían era de pago de 440 millones de dólares.

Sin embargo antes de seguir con las posturas de la izquierda institucionalizada y la armada en torno al tema quí tratado, quiero resaltar dos aspectos fundamentales del discurso leído por el General Cárdenas.

El primero es el respeto a la soberanía nacional, dicta un fragmento del discurso:


Es la misma soberanía de la nación, que quedaría expuesta a simples maniobras del capital extranjero, que olvidando que previamente se ha constituido en empresas mexicanas, bajo leyes mexicanas, pretende eludir los mandatos y las obligaciones que les imponen autoridades del propio país.

Recordemos que las empresas extranjeras están desacatando un fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que da como válida la huelga que los obreros comenzaron en mayo de 1937. De esta desaprobación se desprende que Cárdenas argumente la diferencia de servicios y tratos que reciben los trabajadores nacionales en comparación con los extranjeros.


¿Quién no sabe o no conoce la diferencia irritante que norma la construcción de los campamentos de las compañías? Confort para el personal extranjero; mediocridad, miseria e insalubridad para los nacionales. Refrigeración y protección contra insectos para los primeros; indiferencia y abandono, médico y medicinas siempre regateadas para los segundos; salarios inferiores y trabajos rudos y agotantes para los nuestros.

Por último el ex presidente también se cuestiona el desarrollo social que las empresas extranjeras brindan a la nación.

Examinemos la obra social de las empresas: ¿En cuántos de los pueblos cercanos a las explotaciones petroleras hay un hospital, una escuela o un centro social, o una obra de aprovisionamiento o saneamiento de agua, o un campo deportivo, o una planta de luz, aunque fuera a base de los muchos millones de metros cúbicos del gas que desperdician las explotaciones?

¿En cuál centro de actividad petrolífera, en cambio, no existe una policía privada destinada a salvaguardar intereses particulares, egoístas y algunas veces ilegales? De estas agrupaciones, autorizadas o no por el Gobierno, hay muchas historias de atropellos, de abusos y de asesinatos siempre en beneficio de las empresas.

Desafortunadamente los presidentes a nivel mundial que respetan la soberanía interna de las naciones y la popular actualmente son muy pocos, esto es debido a que, como ya he expuesto en otra ocación, toda política neoliberal es en sí violatoria de la soberanía.

La izquierda institucional

La tercera postura es la encabezada por Andrés Manuel López Obrador, personaje que se ha convertido en el más férreo crítico del gobierno, cabe decirlo, ilegítimo de Calderón, plantea que la reforma energética no es más que un intento de privatización de la empresa “de todos los mexicanos” en beneficio de la “mafia más peligrosa, que es la que se encuentra en Los Pinos”. Para formar una oposición funcional a este intento privatizador se ha creado el
Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo que junto con la Convención Nacional Democrática han propuesto planes de resistencia civil pacífica que contemplan cercos ciudadanos a las cámaras de representantes, a carreteras federales, a instalaciones estratégicas de la paraestatal, entre otras, para tales acciones se cuenta ya con 28 mil brigaditas, en su mayoría mujeres.

El apoyo que ha recibido AMLO considero que no es del todo incondicional, por lo menos de una parte importante de las personas que lo están apoyando en la defensa del petróleo, mucha gente se ha sumado al movimiento porque no hay líderes opositores que no sean del ámbito político institucionalizado, se le sigue, como ocurrió en el caso de la elección del 2006 porque no hay otras opciones; este movimiento además cuenta con todo el apoyo, las bases y los recursos, sí de la sociedad, pero también y principalmente del Gobierno del Distrito Federal y la estructura partidista del PRD, que por cierto en este momento se encuentra empantanada con la elección de dirigente nacional, conflicto que ha servido a los medios y al PAN para distraer la atención del caso Mouriño.

Entre las acciones encabezadas por AMLO destacan sus acostumbradas
concentraciones en el zócalo capitalino, realizadas ya dos de ellas una el 18 de marzo y la otra una semana después, el 25, con una afluencia importante de ciudadanos; en estos mítines se han planteado los planes de resistencia civil pacífica a la vez que se presentan propuestas poco aceptables de hacer política, proponiendo canciones en ritmos populares y bailes con edecanes con el tema de la ilegitimidad de Calderón y sus intenciones de privatizar el petróleo. Aunque se ha dicho que el movimiento será pacífico, no se descarta el último escenario que sería la revuelta social.
En estas concentraciones también se dan a conocer las acciones que al interior de la cámara de diputados realizarán los integrantes del Frente amplio Progresista (FAP), como son la toma de la tribuna.

El movimiento armado

En entrevista realizada por La Jornada el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) toca entre diversos temas el de la defensa del petróleo, dice al respecto: Desde aquí vamos a defender el petróleo y nuestros recursos naturales.
El ERPI es una escisión de
Ejercito Popular Revolucionario (EPR), ambos grupos guerrilleros son oriundos del estado de Guerrero y continuadores de los movimientos encabezados por el maestro Lucio Cabañas y Genaro Vázquez.

Si atendemos a este tipo de llamados y más aun a una frase pronunciada por los guerrilleros del ERPI y que desde hace unos años recorre el país, No nos vamos a esperar al 2010, se refuerza la idea de que el pueblo de México está dispuesto ha hacer que el panorama político, económico y social del país cambie en poco tiempo.

Es por este tipo de pronunciamientos que menciono al comienzo del artículo que el gobierno falso de Felipe Calderón no es conciente de la memoria de los pueblos, ya que intentar privatizar el petróleo a setenta años de su expropiación -siempre tienen mayor énfasis las celebraciones que caen en múltiplos de 5- no será cosa fácil pues los antagonistas del gobierno federal alcanzan desde las elecciones del 2006 casi el 60% de la población y cada quien está luchando desde su trinchera.

La producción y el consumo del espacio

Hablemos pues del consumo, pero desde la producción… reproducción y desarrollo de la sociedad. Y hágase, además, desde el conocimiento, crítica y sobre todo transformación de una de las dimensiones de la realidad social, el espacio. Si pensamos al espacio como producto de la relación metabólica entre la sociedad y la naturaleza; y si dentro de esta relación observamos al trabajo humano como el mediador entre uno y otro, podemos dar cuenta de la producción del espacio. Así, la sociedad concreta, pensemos por ahora en la sociedad urbana de la Ciudad de México, produce su propio espacio, y en ésta producción en general están contenidas no solo las formas espaciales de su propia producción, distribución-cambio y consumo (fábricas, carreteras, bodegas, centros comerciales, mercados, etc.) sino también las relaciones sociales que dan contenido a ésta estructura espacial de la producción
Desde el punto de vista espacial, difícilmente e incluso sólo superficialmente podría considerarse una “sociedad de consumo”. Sólo aparentemente podemos considerar a la ciudad como una concentración de consumidores y al campo como una dispersión de productores. Como hemos dicho del espacio, la ciudad es un producto; el campo es también un producto. Y como tal, la ciudad al igual que el campo, y en general el espacio, son consumidos. Así, la “categoría” de “sociedad de consumo” al abstraer al espacio de su análisis y sólo considerar su temporalidad, sus “etapas”, puede (erróneamente –según creo “desde mi ideología especializada”) pensar en una sociedad de producción para el siglo XIX y una sociedad de consumo para el siglo XX. (¿¿Habrá una sociedad de la distribución para el siglo XXI??)
Ahora bien, desde la ideología del individuo urbano alienado nosotros sólo somos consumidores de mercancías. Pero desde la ideología (?) de la producción del espacio podemos no sólo pensar que de hecho nosotros estamos consumiendo un espacio, sino que además estamos, en el acto, produciendo ese mismo espacio que consumimos.
Al consumir una bolsa de papas Sabritas la relación que se establece sobrepasa al lugar de la compra; a los 6, 7 ó hasta 15 pesos que se pagan al tendero; sobrepasa igualmente a la empresa trasnacional de comida chatarra. Al dotarlas de espacialidad, las relaciones de consumo que se establecen en cualquier lugar de la Ciudad de México se vinculan directamente con las relaciones de producción que ocurren, en este caso, en el valle del Fuerte en Sinaloa o en el valle de Perote en Veracruz. Es por ello que decimos que al consumir una bolsa de papas Sabritas no solamente se está consumiendo una mercancía individual. Se está consumiendo un espacio concreto, el Fuerte o Perote; y al consumirlo, se está al mismo tiempo produciendo ese espacio como un espacio productor de papa para la industrialización de una empresa trasnacional. En definitiva, se está produciendo el espacio del capitalismo tal y como es. Se lo está re-produciendo.

Cada bolsa de papas Sabritas es un símbolo de la producción del valle del Fuerte y de Perote como un espacio capitalista. Y cada consumidor de ese símbolo, al afirmarlo, es un reproductor de ese espacio capitalista.
La pregunta provisional es ¿el consumidor puede elegir la producción? ¿es posible la producción del consumo? ¿podrás comer sólo una?

jueves, 27 de marzo de 2008

El consumo mercantil en la sociedad actual y el fetichismo de la mercancía

El siguiente texto lo subiré en dos entregas. En esta intentaré dar cuenta de algunas de las principales características que adquiere el consumo hegemónico de mercancías en la sociedad actual, fase de la modernidad capitalista que ha sido conceptualizada por la literatura “especializada” como sociedad de consumo, sociedad posindustrial, posmodernidad, capitalismo tardío, etc 1. En la próxima, intentaré mostrar como, ya desde el siglo XIX, Karl Marx planteó en su obra El Capital (1867) –más específicamente en el parágrafo 4 del capítulo I que lleva por título “El fetichismo de la mercancía y su secreto”– los fundamentos necesarios para la comprensión de las características esenciales a partir de las cuales se conformaría y desarrollaría el consumo al interior de la sociedad burguesa. Aunado a la presente sección, subo un documental titulado Surplus. En él, se exponen algunas de las aristas del problema del consumo, haciendo uso de buenos contrapuntos al nivel de la subjetividad y con una edición de audio y video que le convierte en un documental-musical. Además, participa John Zerzan el filósofo anarquista estadounidense.

I. Para empezar, el consumo se debe entender como un momento de la reproducción social, de la reproducción de la vida, proceso que se despliega en tres relaciones dinámicas: producción-distribución/cambio-consumo. Debemos, también, adelantar una conclusión: todos los objetos y símbolos que consumimos están, en diferentes medidas, subordinados a las características –necesidades– del modo en que se producen, por tanto, su forma y contenido en gran medida viene dado por las mismas. Así pues, los objetos que consumimos son los productos específicos del Capitalismo, desde al menos finales del XVII y hasta nuestros días, es decir, de unas reglas de producción que –de nueva cuenta enunciando una conclusión– tienen como principal tendencia, detrás de su fin, la (auto)destrucción humano-natural. En lo que sigue dejaremos entre paréntesis el análisis inmediato respecto de las características específicas del modo de producción –necesario para entender cabalmente el fenómeno del consumo– para concentrarnos en el análisis de las características que adquiere el consumo en la sociedad capitalista actualmente.

Se podría sostener que aparte de las formas clásicas de dominación halladas en la sociedad capitalista, en la fase actual de la misma se ha desarrollado una nueva forma de explotación y alienación representada por el consumismo: la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios, que como ya se decía hace un año en un post, resulta más bien ser la media del consumo actual que un fenómeno “anormal”2. Informes e investigaciones sobre el estado actual del mundo, como el documento La encrucijada de la desigualdad divulgado por la ONU, y los informes de World Watch, apuntan, en lo que a consumo se refiere, a una llana conclusión: el consumismo, característico de la sociedad contemporánea, nos está llevando a una situación de crisis ecológico-económica mundial, por lo que la modificación de sus actuales pautas en el mundo industrializado debería de ser una de las tareas principales de la humanidad para el próximo siglo. Según World Watch para la década de los noventa éramos ya 1.700 millones de consumidores (o sea consumistas) frente a 2.800 millones de pobres (o sea los que apenas y consumen). Hoy día habitamos el planeta cerca de 6. 400 millones de personas y la relación entre estos dos grupos se mantiene: la sociedad de consumo está constituida por tan sólo el 28% de la población mundial, la mayor parte de este porcentaje –es decir un 20%– habita en los países de primer mundo, donde se consume 80% de la riqueza mundial.

De igual forma, las diferencias de consumo entre los 20 países más ricos y los 20 más pobres son abismales. Por ejemplo los primeros disponen del 74% de las líneas telefónicas del planeta, los segundos de apenas un 1.5 %.Los primeros, consumen el 45% de la carne y el pescado ofrecidos por el mercado, los segundo apenas el 5%. En materia de energía, los primeros consumen el 58%, los segundo el 4 por ciento.3 Si hoy día con este despliegue del consumo experimentamos cientos de problemas ecológicos, la situación sería simplemente insostenible si los hábitos de consumo de los países del primer mundo se extendiesen a la población mundial. Más allá de las cifras, a continuación nos enfocaremos en presentar algunas de las reflexiones entorno al consumo de mercancías –y a las necesidades mismas que las hacen existir– elaboradas por dos autores marxistas: Hebert Marcuse y Zygmunt Bauman.

Para el primero, como con otras palabras apuntábamos desde un principio, si se busca entender el consumo primero hay que dar cuenta de que las necesidades humanas, su intensidad, satisfacción o carácter han estado siempre pre-condicionadas, tanto en el capitalismo como en cualquier otro tipo de sociedad.4 Para Marcuse, en lo que atañe a la sociedad capitalista, que algo se conciba como necesidad –un hacer o dejar de hacer, un disfrutar, destruir, poseer, etc–, y que por lo tanto, se materialice en un objeto de consumo “depende de si puede o no ser vista como deseable y necesaria para las instituciones e intereses predominantes de la sociedad.”5 ¿En qué sentido entonces nuestro deseo por determinados objetos es realmente nuestro? Para este autor, miembro de una de las generaciones más pesimistas, el individuo no tiene control alguno sobre los contenidos y funciones sociales de las necesidades ni de las mercancías que las cubren. El control está del lado de poderes externos, que convergen en las necesidades de los productores hegemónicos del mercado. Desde su perspectiva, más allá de que las mercancías sean deseadas por los individuos y de que estos encuentren satisfacción en su consumo, “siguen siendo lo que fueron desde el principio; productos de una sociedad cuyos intereses dominantes requieren la represión”.6 Por lo tanto, en última instancia, se suele dar una situación paradójica: la realización del individuo mediante la “satisfacción” represiva. Y es que, a decir de Marcuse, la mayor parte de las mercancías que consumimos responden a necesidades negativas a las que califica de falsas, necesidades que al satisfacerse pueden dejar “feliz” al consumidor, pero que no por ello deben ser mantenidas o protegidas. Todo lo contrario, pues en última instancia los objetos que satisfacen el deseo sirven para impedir las capacidades de quien los consume -mediante la alienación- y de quienes están detrás de la producción de la mercancía -mediante su explotación-. Detrás de la mayor parte de las mercancías que nos ofrece el mercado existe pues un intercambio de “felicidad” por miseria. De hecho, para Marcuse la mayor parte de los sujetos no son realmente libres de elegir, ni siquiera de desear, pues su socialización se erige a partir de la negación de capacidades para generar autonomía, por el adoctrinamiento, la manipulación y la alienación. Hasta el momento en que estas tendencias no sean revertidas, el sujeto no podrá ser realmente libre de elegir. En resumen, desde la perspectiva de este autor estaríamos ante una situación en la que el control social produce necesidades y a su vez se incrusta en éstas y en los objetos de su satisfacción. La gente se reconoce en sus mercancías; encuentra su alma en su automóvil, en su Ipod, en su celular, su ropa etc. Nuestra sociedad avanza así produciendo y consumiendo el despilfarro con funestas consecuencias que cada día, como decíamos, son más palpables.

Para el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, hemos transitado de una sociedad de producción a una sociedad de consumo, pero sólo en el sentido de que ahora la principal función de los sujetos es la de consumir más que la de producir. La diferencia entre las dos etapas es entonces únicamente de énfasis y prioridades; la producción, evidentemente, es la que sigue configurando a la sociedad en última instancia. Pero para Bauman, los individuos de la sociedad del consumo ya no trabajan para vivir ni viven para trabajar, sino que consumen para vivir o viven para consumir. Como correlato de ello, se erige una cultura consumista, la cual, enarbola como el principal valor, incluso como el metavalor, a una mera capacidad formal: la elección.7 Nuestra sociedad se estratificaría así en relación al “talento” que cada cual tiene para elegir. A partir de este giro, el consumidor de la sociedad de consumo buscará cada vez más activamente que el libre mercado lo seduzca con su mundo de mercancías – por cierto cada vez más efímeras–. A su vez, la exacerbación de este valor se retroalimenta de uno de los principales valores que guía a la producción: “La capacidad de elegir que tiene el consumidor es el reflejo de la competencia, que a su vez es el alma del mercado”8 Así pues, como señala Bauman, la competencia por obtener la mayor ganancia ofrece la posibilidad de elegir, y la posibilidad de elegir hace atractiva la oferta. Para maximizar el beneficio, en el contexto de la competencia entre empresas capitalistas, hay que vender lo producido, es decir, hay que incitar (excitar) al consumo. La publicidad y la mercadotecnia –de las cuales no me ocuparé en este texto- encuentran aquí su razón de ser; la incitación del consumo en cada rama particular termina pues contribuyendo a la generación del consumismo generalizado.

Los bienes se tornan más codiciados en tanto se tiene la posibilidad de “elegirlos”. Para la lógica del capitalismo tardío el consumidor inteligente sería entonces el que valora, por sobre todo lo demás, la posibilidad de “elegir”, independientemente de sus riesgos y sus trampas y antes que la seguridad relativa que puede ofrecerle el racionamiento y el reparto previstos.9 El culto a la “elección”, nos advierte Bauman, llega hasta el grado en el que, por ejemplo, cualquier servicio otorgado por el Estado, más allá de sus índices de calidad, carga en sus espaldas un pecado: le falta la supuesta libre elección del consumidor. Se muestra así el carácter egoísta y en última instancia irracional de este nuevo metavalor. El consumidor que le acepta, sin ninguna reflexión, se convierte en un devoto del mercado capitalista, pues como Marcuse ya apuntaba respecto a esta perniciosa manipulación de la elección: la libre elección de amos no suprime ni a los amos ni a los esclavos.

Existen varios mitos impulsados por el mercado capitalista contemporáneo que son centrales para estructurar el consumo hegemónico. Bauman estudia dos que se alimentan y cultivan recíprocamente, el supuesto consumidor “exigente”, es decir, el que despliega su consumo atendiendo por sobre todo a la celebración de la elección de esclavistas, y, el del mercado como proveedor de la libre elección y guardián de la libertad de expresar preferencias. Otra de las formas ideológicas –en el sentido de ideas que legitiman y refuerzan el poder de un grupo social sobre de otro– que solapan el consumismo reza que es necesario consumir más, para garantizar nuestro desarrollo y bienestar y con ello, ayudar al desarrollo de los países pobres. En este tenor también es importante ubicar eufemismos como el de llamar a la extracción de plusvalía, a la explotación, “crecimiento económico”, cuando en lo hechos el capitalista se enriquece vendiendo a los trabajadores lo que éstos han producido con su fuerza de trabajo, pero deben comprar y consumir para seguir mal-viviendo.

Por último debemos señalar que Bauman capta el carácter ambivalente de la sociedad de consumo. Es decir, el hecho de que mientras más éxito tenga la seducción del mercado mayor será la demanda de consumo y más segura y próspera la sociedad, pero a la par, crecerá y se ahondará la división de clase, entre quienes pueden y desean responder a la seducción del mercado y quienes también desean pero no pueden acceder a las mercancías que se ofrecen. “La seducción de mercado resulta así, al mismo tiempo el gran igualador y el gran separador de la sociedad”10. El consumo hegemónico, el consumismo, se convierte entonces en la medida del éxito, de la felicidad y hasta de la dignidad humana. Nos introduce a una lógica de lucha por los objetos y símbolos, en la que nos convertimos en acumuladores de sensaciones y coleccionistas de objetos
1 Evidentemente existe un acalorado debate teórico-ideológico respecto de lo que representa esta nueva fase del sistema capitalista, que para la mayoría de los autores comienza a gestarse a finales de 1950 y principios de los 60. No obstante, es posible señalar algunas de las principales estructuras del capitalismo tardío: 1) el neoliberalismo, lo que significa: en la dimensión política-económica, el sostenimiento de una democracia formal (liberal), así como el repliegue de la injerencia del Estado en la vida económica, lo que conlleva a su vez, el impulso del libre-mercado capitalista, la liberalización del comercio internacional 2)La posmodernidad, entendida como la lógica cultural de esta nueva fase del capitalismo. Todo ello desplegado como la llamada globalización. Por otro lado, es importante señalar que la ideología hegemónica se presenta hoy día de una manera muy particular, como lo que Frederic Jamenson llama “milenarismo invertido”, es decir, la convicción de estar viviendo el fin de las ideologías, de las clases sociales, en suma, el fin de la historia, en un sentido marcadamente nihilista que augura larga vida al mercado capitalista mundial.
2 Francisco Sánchez Legrán, El consumismo: una nueva forma de explotación, en www.rebelion.org
3 Datos tomados de José Santamaría, La sociedad de consumo, en http://www.nodo50.org/worldwatch y Frei Betto, Globocolonización, en Revista Memoria, Marzo 2006. http://memoria.com.mx/node/758,
4 Marcuse, El hombre unidimensional, Planeta Agostini, España 1993, p34.
5 ibid, 34. Todas las referencias alas reflexiones de este autor han sido tomadas del primer capítulo de este libro.
6 ibid, 35.
7 Zygmunt Bauman, Trabajo consumismo y nuevos pobres, Gedisa editorial, España, 2000, p91. Todas las ideas de Bauman que aquí retomamos se encuentran en los capítulos 3 y 4 de este libro.
8 iibid.
9 ibid92.
10 ibid, 115
















miércoles, 12 de marzo de 2008

¿A quién le importa la opinión pública?

“Nos vemos en el 2010”


La Revista Contralínea, reveló que la Presidencia de la República gastó alrededor de 36 millones de pesos en sólo seis meses para medir quién sabe qué cosas pues el tan afamado y funcional a conveniencia Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) ha dicho que esa información será liberada en dos años.
Esta publicación es la misma que dio a conocer los contratos de Ivancar con PEMEX y que luego AMLO explotara al máximo y que ayer Juan Camilo Mouriño Secretario de Gobernación acepto descaradamente haber firmado mientras fungía como servidor público en la Secretaría de Energía.

La casa encuestadora que ha sido mayormente beneficiada con los contratos del gobierno de Felipe Calderón, casi el 25% del dinero destinado a realizar estudios telefónicos, encuestas cara a cara y grupos focales, es Opina, S.A. de C.V. de la cual no se sabe gran cosa, si hacemos una búsqueda por internet no hay resultados de ella, los estudios realizados por dicha empresa resultan muy a modo con la forma de hacer las cosas del actual gobierno, por debajo del agua y beneficiando a los suyos, ¿cierto Iván?
[1]

Sabemos que los tiempos no ameritan menos, pues haber llegado a la presidencia por medio de fraude electoral seguro mantiene pendiente al gobierno de la república del ánimo de la sociedad, más aun con los tiempos que se avecinan; la confrontación por la privatización del petróleo, apoyada como siempre por los
medios electrónico de comunicación[2] es casi inminente y si a esto le sumamos que en dos años festejamos el bicentenario de la independencia y el centenario de la revolución se puede consolidar un ambiente propicio para la movilización.

Medir el pulso a la nación se vuelve tarea imperiosa.

Algunos resultados a los cuales sí tenemos acceso revelan que el 85% de las 500 personas encuestadas por
De las Heras – supongo que la muestra podría haber sido mayor si Calderón le tirara por lo menos un milloncito – consideran que el titular de la secretaría de gobernación debería renunciar a su cargo, cosa difícil, ya que en México no manda el pueblo, aquí se impone el poder del dinero y de sus dueños. Camilo Mouriño no va a renunciar a su cargo ya que quien busca su cabeza es AMLO y declinar ante este adversario sería el principio de una gran caída.

Que el gobierno federal gaste millones de pesos en medirle el agua a los tamales no significa chamba para mis colegas psicólogos sociales, sino una clara señal del monitoreo que realiza el “presidente de la república” como medida preventiva a sus movimientos, para calcular hasta dónde podemos aguantar.

[1] Juan en ruso.
[2] Un motivo más para abrir los ojos y apagar la tele.

Mexicanos en las guerrillas latinoamericanas

¿Qué motivos llevan a un mexicano hoy día a participar en un movimiento de este tipo? Por supuesto, cada vida es un mundo y una decisión de esa naturaleza proviene, en mucho, de factores estrictamente personales (sic). Pero hay, también, un clima cultural que facilita seguir un camino así. Parte de este naciente espíritu de época son: la quiebra moral del neoliberalismo y del mercado como escuela de virtud; la evidencia de que los caminos democráticos están seriamente obstruidos; la percepción de que hemos entrado a una época de grandes transformaciones sociales en el continente y de que la revolución no es un asunto del pasado; el desprestigio del narcoestado colombiano y su promoción del paramilitarismo; la existencia de una tradición internacionalista y solidaria con la lucha por la emancipación de los pueblos en otras latitudes; la persistencia de una cultura antimperialista.

Fragmento del artículo titulado "Mexicanos en las guerrillas latinoamericanas" de Luis Hernández Navarro, publicado en La Jornada, el 11 de marzo del 2008.

Léanlo completo.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Más allá de la soberanía de Ecuador

La controversia que se ha desatado a partir de la incursión de tropas colombianas en territorio ecuatoriano en la persecución del número dos de las FARC Raúl Reyes ha desencadenado un conflicto serio en la región que sobrepasa la autonomía política de los tres países involucrados.
A consecuencia de este acto violatorio de la soberanía geográfica ecuatoriana, Ecuador y Venezuela han roto relaciones diplomáticas con el gobierno de Álvaro Uribe, sin embargo detrás de la incursión de Colombia en suelo ecuatoriano y la masacre de 23 guerrilleros de las FARC se alcanza a entrever un conflicto geopolítico mayor donde por supuesto está inmiscuido el gobierno de George W. Bush, quien declaró total apoyo al gobierno colombiano.
Las políticas desestabilizadoras de los Estados Unidos en latinoamericana no son historia nueva, se dieron principalmente en las década de los setenta, gobiernos electos democráticamente fueron derrocados por diferentes presidentes estadounidenses. Así el conflicto tripartito latinoamericano que ha provocado la movilización de sendos ejércitos a las líneas fronteriza con Colombia, es el pretexto perfecto que los Estados Unidos y en especial su presidente -afortunadamente saliente- han estado buscando desde hace años que Hugo Chávez llegó a la silla de la actual república bolivariana de Venezuela para implementar una nueva política desestabilizadora con el objetivo final de un linchamiento político y/o económico a Chávez.

El argumento principal de Álvaro Uribe para demandar a Venezuela, no así a Ecuador ante la Corte Penal Internacional, es que en las computadoras portátiles de Raúl Reyes se han encontrado documentos que involucran a Hugo Chávez -también a Rafael Correa- en cooperación con la guerrilla colombiana, información que no se ha publicado y salvo que se compruebe que alguno de los gobiernos acusados financien la guerrilla colombiana, no tendría porque sorprender a nadie pues las negociaciones que Chávez realizaba desde hace tiempo uno para el reconocimiento de la guerrilla como un movimiento político
[1] y dos la liberación de rehenes era ya conocida internacionalmente. Negociaciones por cierto echadas abajo por la maniobra militar de Uribe que ponen al descubierto que el gobierno de Colombia no está a favor de una salida pacífica al conflicto guerrillero que asola a ese país andino desde hace cuarenta años.

[1] Sobre el tema del reconocimiento de un movimiento armado como movimiento político-social se puede consultar el artículo de Carlos Montemayor, La guerrilla en México: http://www.fractal.com.mx/F11monte.html

de la necedad, algo interesante

En el metro chabacano, alguien se aferra a arrancarlas, yo me aferro a pegarlas, y de esa relación, una composición fotograficots.