La numerología no hace buena combinación con la política, por ello no pretendo hacer el esfuerzo, sólo resaltar la importancia de estos tres números para la dirección de la política nacional a corto plazo.
El primero provine de la nada novedosa, mal intencionada y retrógrada propuesta del ejecutivo federal, quien pretende grabar con el 2% todos los consumos que realicemos los mexicano, hasta en los maniatados medicinas y alimentos que se decían respetados por todos los partidos, ya veremos las actuaciones, poco alentadoras, de cada uno de ellos. El impuesto del 2% generalizado al consumo se escuda bajo un argumento poco sólido e incongruente; se dice que es un impuesto creado para ayudar a las familias más pobres del país. Es contradictorio en primera instancia por su emisor, el gobierno federal y su titular, quienes nuca se han preocupado por la población más pobre del país, el PAN ha sido desde hace 70 años y será en todo su futuro un partido que proclame los intereses de la clase acaudalada, ya que de ahí nació y en su filas militan o simpatizan la clase empresarial en su conjunto. Siguiendo con las contradicciones provenientes del emisor encontramos también que bajo el argumento que hoy enarbolan “quitemos a unos para dar a otros” ayer se retorcían por plantearlo como injusto, al grado de cometer fraude electoral para que no ganara el PRD, pues una vez llegando a la presidencia el candidato de este partido, les quitaría a los ricos para darles a los pobres (sic).
Pero si creyéramos que la intención es realmente ayudar a los pobres de México, salta de inmediato la reacción de preguntar por qué han de hacerlo hoy si nunca lo han hecho y la respuesta es más que sencilla y obvia pues nada en política es bien intencionado ni improvisado, aquí salta pues nuestros otros números invitados a la reflexión, el primero y con menor fuerza que hace un año o quizá dos, la memoria subversiva, conmemorativa de los centenarios, pues se corría una voz ligera pero constante que invitaba e invita a la necesaria reorganización política y social nacional por la vía que fuera necesaria; por ello es mejor apaciguar las aguas, antes de que se revuelvan, hacer un tímido esfuerzo para que la gente más pobre y más proclive a la invitación subversiva reciba algo y se desanime, pues cierto es, la desorientación y la falta de rumbo se sufren menos con pan en boca. Sin embargo este planteamiento de levantamiento parece cada día más lejano, no deja por ello de ser este 2% directo (sic) a las familias más pobres de México una estrategia para distraer y desarticular posibles organizaciones en busca de un mejor reparto de los recursos.
Algo que resulta más acorde pensar para nuestra realidad política es observar que la espuria administración actual se encuentra ya a la mitad de su mandato, lo que necesariamente la hace pensar en las próximas elecciones federales -y en el descalabro que sufrió ante el PRI- con miras a continuar en el ejecutivo, por ello más que ayudar a los pobres del país se los quiere echar al bolsillo, ampliado su nueva y escaza base social, rural y campesina, para que les pueda condicionar el voto a cambio de programas asistencialistas que dicho sea de paso no solucionarán el problema de la pobreza, pues bien deben conocer nuestros amigos del PAN, católicos por excelencia, las enseñanzas de nuestro señor en cuanto a aquel sabio consejo que dice “si quieres que tu hermano no se muere de hambre, no les des más el pescado en la mano, enséñale a pescar”.
Para terminar es necesario hacer una última pregunta, qué temporalidad tendrá este impuesto, pues si se argumenta que es para paliar la pobreza nacional, debe establecer un tiempo a cumplir sus objetivos y no pasar a ser un impuesto más que ensanche las arcas del gobierno y sus antes beneficiados sean sus nuevos afectados.
El primero provine de la nada novedosa, mal intencionada y retrógrada propuesta del ejecutivo federal, quien pretende grabar con el 2% todos los consumos que realicemos los mexicano, hasta en los maniatados medicinas y alimentos que se decían respetados por todos los partidos, ya veremos las actuaciones, poco alentadoras, de cada uno de ellos. El impuesto del 2% generalizado al consumo se escuda bajo un argumento poco sólido e incongruente; se dice que es un impuesto creado para ayudar a las familias más pobres del país. Es contradictorio en primera instancia por su emisor, el gobierno federal y su titular, quienes nuca se han preocupado por la población más pobre del país, el PAN ha sido desde hace 70 años y será en todo su futuro un partido que proclame los intereses de la clase acaudalada, ya que de ahí nació y en su filas militan o simpatizan la clase empresarial en su conjunto. Siguiendo con las contradicciones provenientes del emisor encontramos también que bajo el argumento que hoy enarbolan “quitemos a unos para dar a otros” ayer se retorcían por plantearlo como injusto, al grado de cometer fraude electoral para que no ganara el PRD, pues una vez llegando a la presidencia el candidato de este partido, les quitaría a los ricos para darles a los pobres (sic).
Pero si creyéramos que la intención es realmente ayudar a los pobres de México, salta de inmediato la reacción de preguntar por qué han de hacerlo hoy si nunca lo han hecho y la respuesta es más que sencilla y obvia pues nada en política es bien intencionado ni improvisado, aquí salta pues nuestros otros números invitados a la reflexión, el primero y con menor fuerza que hace un año o quizá dos, la memoria subversiva, conmemorativa de los centenarios, pues se corría una voz ligera pero constante que invitaba e invita a la necesaria reorganización política y social nacional por la vía que fuera necesaria; por ello es mejor apaciguar las aguas, antes de que se revuelvan, hacer un tímido esfuerzo para que la gente más pobre y más proclive a la invitación subversiva reciba algo y se desanime, pues cierto es, la desorientación y la falta de rumbo se sufren menos con pan en boca. Sin embargo este planteamiento de levantamiento parece cada día más lejano, no deja por ello de ser este 2% directo (sic) a las familias más pobres de México una estrategia para distraer y desarticular posibles organizaciones en busca de un mejor reparto de los recursos.
Algo que resulta más acorde pensar para nuestra realidad política es observar que la espuria administración actual se encuentra ya a la mitad de su mandato, lo que necesariamente la hace pensar en las próximas elecciones federales -y en el descalabro que sufrió ante el PRI- con miras a continuar en el ejecutivo, por ello más que ayudar a los pobres del país se los quiere echar al bolsillo, ampliado su nueva y escaza base social, rural y campesina, para que les pueda condicionar el voto a cambio de programas asistencialistas que dicho sea de paso no solucionarán el problema de la pobreza, pues bien deben conocer nuestros amigos del PAN, católicos por excelencia, las enseñanzas de nuestro señor en cuanto a aquel sabio consejo que dice “si quieres que tu hermano no se muere de hambre, no les des más el pescado en la mano, enséñale a pescar”.
Para terminar es necesario hacer una última pregunta, qué temporalidad tendrá este impuesto, pues si se argumenta que es para paliar la pobreza nacional, debe establecer un tiempo a cumplir sus objetivos y no pasar a ser un impuesto más que ensanche las arcas del gobierno y sus antes beneficiados sean sus nuevos afectados.
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